Un campo de refugiados de extrema seguridad en Grecia genera polémica
Pese a las mejoras en el campamento para migrantes, son muchas las organizaciones que acusan al gobierno griego de atentar contra las libertades y los derechos humanos.
Grecia dio comienzo a su política de “control” reforzado de migrantes. Días atrás se inauguró el primer campo de refugiados “cerrado”, con vigilancia reforzada y aislado de la población local en Samos, una de las islas del Egeo.
Alambre de espino, cámaras de vigilancia, escáneres de rayos X y puertas magnéticas: así es el nuevo centro de refugiados de la isla, que formará parte de un programa más amplio llamado Centros Polivalentes de Acogida e Identificación.
Estos establecimientos han sido promocionados por las autoridades griegas como una versión mejorada de los famosos Centros de Recepción, duramente criticados por sus condiciones de hacinamiento, falta de higiene y abandono hacia los miles de migrantes que llegan todos los años a territorio europeo.
“La nueva estructura controlada cerrada mejora mucho las condiciones de vida, está fuera del tejido urbano, tiene medidas de seguridad muy incrementadas para proteger a los beneficiarios, a los trabajadores, pero también a las comunidades locales”, aseguró el ministro de Migración griego, Notis Mitarachi.
El más conocido de los Centros de Recepción es el de Moria, en la isla de Lesbos, por el incendio que lo redujo a cenizas en septiembre de 2020. Tras los hechos, 13.000 personas que permanecían allí sin condiciones de vida dignas –en un espacio pensado para 2.000– se quedaron sin techo, a la espera de que la Unión Europea decidiera qué hacer con ellas.
Este episodio no benefició la imagen del Ejecutivo griego, que ha querido dar un vuelco a la opinión que tienen los lugareños locales de las islas. Tras lo sucedido en Lesbos, el Gobierno buscó crear un espacio con mejor infraestructura para los desplazados.
Por eso, ahora los Centros de Acogida han sacado a relucir incluso aires acondicionados, aseos, duchas, lavadoras, agua corriente e incluso una cancha de baloncesto. Pero organizaciones defensoras de derechos humanos denuncian que tras los nuevos acondicionamientos se vislumbra una mayor restricción de las libertades de los solicitantes de asilo.
Medidas y condiciones
Ante la disyuntiva, las preguntas sobre qué libertades tendrán los solicitantes de asilo para salir y entrar del nuevo recinto abundan entre las organizaciones defensoras de los derechos de los migrantes.
Si bien muchos refugiados abandonaron las rudimentarias tiendas de campaña, montañas de basura y plagas de ratas que caracterizan los campamentos que hasta ahora han recibido a los migrantes, estas personas harán frente a un nuevo régimen.
Con un pase electrónico como identificación, los desplazados del centro no podrán salir desde las 8 de la tarde hasta las 8 de la mañana del recinto, ya que las puertas estarán cerradas y, de no presentarse, podrían enfrentar medidas disciplinarias.
La organización Médicos Sin Fronteras, en tanto, advirtió las consecuencias en la salud mental de los refugiados. Los expertos señalan que su localización en la isla de Samos ya es bastante aislada como para coartar la libertad de sus residentes, algunos de ellos estancados por años en la isla y sin poder trabajar ni ir al colegio.
Distintas organizaciones y grupos de ayuda han expresado su preocupación por la estructura de los nuevos campamentos en lugares aislados y el confinamiento de los residentes.
MSF indicó que entre abril y agosto de 2021, un 64% de los nuevos pacientes que llegaron a su departamento de salud mental en el centro de Samos presentaban pensamientos suicidas. Muchos acusan situación de estrés por pensar en vivir entre rejas y no tener libertad de movimiento.
“El nuevo centro es la ilustración perfecta de la política de la Unión Europea en materia de migración: retener y detener a personas que huyen de la violencia y castigarlas por querer estar a salvo. Es una vergüenza”, lamentó Patrick Wieland, coordinador de esa organización en Samos.
La representante de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en Grecia, Mireille Girard, también expresó sus reservas respecto a este nuevo plan.
“La palabra cerrado aparece a menudo y esto es preocupante. Los solicitantes de asilo necesitan protección, no son delincuentes ni un riesgo para la comunidad, son personas que necesitan ayuda”, aseguró Girard.
Además, dentro de los centros, las situaciones de violencia son casi diarias. Las mujeres en calidad de refugiadas o tramitando su solicitud tienen la doble barrera: la de vivir restringidas y además enfrentando acoso, según informaron los medios de prensa. (AFP y France 24).