La Nueva

Los grandes buques, como las ballenas, terminan sus días a orillas del mar

La mayoría de los barcos tienen un destino común y poco digno, similar al de los mamíferos marinos varados en la costa.

- Aluciani@lanueva.com

Cuando uno habla de buques normalment­e afloran vivencias personales e incluso, muchas veces, estructura­s mentales acuñadas en la niñez.

Por eso podría pensarse que los grandes barcos no mueren, sino que viven para siempre, o tienen un final honroso en el fondo del mar como el mítico Titanic o nuestros queridos ARA General Belgrano y ARA San Juan, entre tantos otros.

Sin embargo, la realidad es diferente, ya que casi todos terminan siendo vendidos como chatarra y el desguace es su único destino.

Ahora bien, ya aclarada esta duda, casi instintiva­mente surge otra: ¿y dónde se produce el final de esos barcos que se descartan?

La pregunta es de fácil respuesta: en el 90 por ciento de los casos, los buques condenados a desguace terminan sus días en Bangladesh, India o Pakistán.

Sin ir más lejos, a la India fue conducido en 1999, tras salir por la puerta de atrás de la Base de Puerto Belgrano, sin banda ni formación de honor, el ARA 25 de Mayo, el último portavione­s argentino.

Apenas 300 mil dólares pagaron a quienes lo vendieron como chatarra y lo arrastraro­n hacia ese final ominoso.

Toda esta larga introducci­ón tiene que ver con la fotografía principal que acompaña esta nota.

En los últimos días comenzó a circular en las redes sociales la foto de dos grandes buques varados en una playa, aunque sólo uno de ellos puede verse de ma- nera completa.

La imagen no deja de llamar la atención por la enorme esfera que aparece donde debería estar la proa, lo cual ha dado lugar a las más variadas conjeturas.

En realidad se trata de un buque metanero, es decir, destinado a transporta­r

En el 90 por ciento de los casos, los buques condenados a desguace terminan sus días en Bangladesh, India o Pakistán.

Gas Natural Licuado (GNL), provisto de tanques esféricos, de aluminio, aislados con PVC, poliuretan­o o fibra de vidrio para garantizar durante el transporte una temperatur­a de -160 grados centígrado­s.

Y la ausencia de la proa, dejando ver el interior del buque, obedece al avance de las tareas de desguace o corte a las que está siendo sometido.

Si bien no existe demasiada informació­n, lo más probable es que el barco de la derecha haya sido vendido como chatarra por la empresa de Corea del Sur, Sinokor, la cual habria recibido unos 20 millones de dólares, en parte por las 3.500 toneladas de aluminio que forman parte de las esferas del carguero.

En cuanto al nombre del buque, todo parece indicar que se trata del Caribbean Energy (ex Wilgas), aunque también podría ser el

LNG Edo.

En cualquiera de ambos casos se trata de unidades construida­s hace más de 40 años (1980) verdaderos gigantes de casi 300 metros de eslora y 44 metros de ancho.

Se dice que el 95 por ciento de un buque es reciclable y que esos trabajos son realizados, en muchos casos, por trabajador­es en condicione­s de esclavitud y con muy pocos medios de seguridad.

De esta forma, a orillas del océano Indico, y en medio de una pobreza atroz, los grandes buques también cumplen con el inexorable ciclo de la vida.

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ARCHIVO LA NUEVA
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