La Nueva

“Siempre me gustó organizar lo que sea, tanto en la cultura como después en el deporte”

Marcela Sainz repasó su trayectori­a en la organizaci­ón de recitales y entretenim­ientos en partidos de la Liga Nacional. Su rol en el Museo del Deporte.

- Ricardo Sbrana rsbrana@lanueva.com

Nadie podía enojarse o rechazar que -en partidos de Liga Nacional en el Casanovase cantaran canciones de Navidad un 22 de diciembre.

Es tan organizada que se preparó un borrador, porque no quiere improvisar en sus declaracio­nes.

"Me siento organizado­ra nata. A veces me pasa que me paso todo el tiempo viendo cómo se puede optimizar cualquier cosa que se presente o que se organice. Es como un toc, medio molesto". Y luego de mostrar ese DNI, Marcela Sainz comienza a desandar su recorrido en el deporte desde la cultura.

"Trabajé en casi todos los recitales que se hicieron en el club Estudiante­s y en Universita­rio: Sabina, Charly García, La Fura dels Baus, Fito Paez, Divididos, Los Piojos… Los traía (Daniel) Randazzo y yo me desempeñab­a como manager de producción y encargada de estadios. Eso me sirvió para, cuando llegué al Municipio allá por 2014, proponer el Parque Boronat como lugar de nuevos recitales al aire libre. Hoy es un lugar que la sociedad y los vecinos tomaron", contó Sainz, quien encabezó el área de Cultura municipal en la gestión de Gustavo Bevilaqua.

Este año cerró una etapa de 30 años en la Universida­d Nacional del Sur, donde ingresó por concurso no docente como empleada administra­tiva en Economía y Finanzas. Por su perfil de gestión y su pasado en recitales la destinaron en Cultura.

"Para mí organizar es siempre igual. Significa estar muy ordenado, tener gente adecuada en cada puesto para cuando tenés que delegar y no te puede fallar nada. Estar seguro. Ser un neurótico y estar encima de todo. Después, es muy similar organizar un recital o un evento para el deporte", afirmó.

-¿Cómo nace esta vocación por la cultura y la organizaci­ón de eventos?

-Mi relación con la cultura comenzó con la organizaci­ón de los recitales. Un día hablando con un amigo y contándole que había organizado actos del colegio, me hizo caer en la cuenta que mi rol de gestora es muy vocacional y arranca desde muy chica. Siempre me gustó organizar lo que sea. Tanto en la cultura como después en el deporte. Para mí es una pasión. Muchos no entienden cómo puedo sentirme realizada y disfrutar muchísimo más de un trabajo de producción, de un espectácul­o o de un evento para otro, y no el subirme al escenario y cantar, por ejemplo (NdR: el año pasado editó “Canciones de acá a la vuelta”). En la producción es donde me siento más plena. Siempre lo sentí así.

-¿Cuál fue el primer contacto con el deporte?

-Cualquier evento que se organice tiene un ABC en común. Lo que te pueden cambiar son los protagonis­tas. Para empezar en el deporte me sirvió cuando hice muchos trabajos de recitales en Estudiante­s. Además de que Estudiante­s es mi club, donde desarrollé un paso breve por el vóleibol durante cinco años. Después que estuvo (Guillermo) Brandauer en la gerencia del equipo de básquet de Estudiante­s, tomó la franquicia gente de Buenos Aires, los del Scotiabank, allá por el '99 y 2000. Y ahí uno de los dirigentes del club me recomendó. Salvo contratos de jugadores y la relación con la Asociación (de Clubes), supervisé los gastos de equipo, organicé los viajes, estuve a cargo de los juveniles, que eran varios de Córdoba porque el técnico era el Zeta (Daniel) Rodríguez.

Y tenía que organizar los partidos. En este aspecto notaba mucha similitud a lo que es organizar un recital. Tenés que preocupart­e más o menos por las mismas cosas: cómo va entrar la gente, cómo saldrá, acomodarla, cómo cuidar el tema seguridad, que los árbitros estén respaldado­s, pagarle a los actores intervinie­ntes, atender a la prensa… En un partido van dos hinchadas a ver a diez jugadores, en el otro va toda la gente a ver a un artista. Pero en vez de armar un escenario, organizás en una cancha.

"En ese momento el plus que le pude dar fue que trataba de realzar los entretiemp­os, no sólo con algún espectácul­o deportivo como eran las exhibicion­es de los chicos de destreza. También con actividade­s culturales. Me parece que van muy de la mano deporte y cultura. No sé por qué acá no podemos hacer cosas que estén muy buenas. Quien lo vea lo apreciará. Me parece que ese plus, cuando lo llevé a cabo en eventos deportivos, estuvo bueno y salió bien.

-¿Por ejemplo?

-En un momento tocó un cuarteto de saxo que se llamaba La Cañería. Salió en el diario una nota titulada “Jazz en el básquet”, a modo de nota de color. Otra vez, cerca de la Navidad, llevamos al coro de la UNS, con Carmelo Fioritti a la cabeza. Recibían a la gente cantando villancico­s. Me decían que estaba local, pero no sabés lo bueno que quedó. Le dio un color distinto. Y tal vez el chico que fue con su papá al partido nunca vio tocar un saxo o nunca escuchó un coro y por ahí se le daba por tocar o cantar.

-¿No tuviste miedo al fracaso?

-No. Lo de los saxos fue un poco más jugado porque se tocó jazz. O tratábamos de hacer juegos que podían mezclarse con la cultura y fáciles de recibir. Nadie podía enojarse o rechazar que cantaran canciones de Navidad un 22 de diciembre... En esa época veníamos de una etapa de vacas gordas con el equipo de básquet de Liga Nacional en el que estuvieron Manu Ginóbili, Pancho Jasen, Sepo Ginóbili… Los equipos llegaron a instancias importante­s. La gente iba y como el equipo ganaba, todo se recibía bien. No había que remarla mucho por suerte.

-Pero la gestión de Pablo Nole, para la que trabajaste, terminó de manera abrupta. Desapareci­eron.

-Sí. Yo después de un tiempo me fui. Estuve un año con ellos. Lástima que no se siguió porque hubo formas de presentar y hacer, juegos en la cancha que eran un poco distintos a los que se hacen. Después no he visto que se haya seguido con esa impronta, cuidando el nivel. Se buscó el nivel en el juego por sobre esos aspectos que te daban un plus.

-¿A qué lo atribuís? ¿Motivos económicos?

-No, me parece que es propio de quienes organizan, que no tienen vuelo. Tampoco creo que sea lo económico. Vos a cualquier empresa que le decís `te doy el entretiemp­o para publicitar­lo y me das la plata de lo que pueden ganar tres o cuatro músicos y po

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PABLO PRESTI - LA NUEVA.

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