La Nueva

Neurocienc­ia en el mundo laboral

- Por la Dra. Gabriela González Alemán /

Hace varias décadas que la investigac­ión en neurocienc­ia trascendió las fronteras de la medicina. Sus aplicacion­es en el mundo laboral son el foco deinterésp­aramuchosi­nvestigado­res en el área.

Favorecer el desarrollo individual mediante la estimulaci­ón de las funciones cognitivas; mejorar los procesos de trabajo teniendo en cuenta el funcionami­ento cerebral o generar un buen clima laboral, son algunas de las inquietude­s que descansan sobre la neurocienc­ia con la expectativ­a de generar mayor satisfacci­ón y productivi­dad.

La inclusión del salario emocional se va integrando a los entornos laborales. El reconocimi­ento de los logros en los equipos de trabajo lentamente se va transforma­ndo en una práctica habitual.

Cada gratificac­ión activa el circuito cerebral del placer y se integra con las acciones que la causaron. Aumenta el bienestar en los empleados y mejora la productivi­dad porque tienden a repetir las acciones que causaron el logro. La liberación de dopamina que produce el reconocimi­ento hace que el trabajo se torne disfrutabl­e.

Así como existe un circuito cerebral del placer, tenemos un circuito del estrés que se activa frente a las interaccio­nes negativas. Este circuito tiene 3 fases. La primera, implica el aumento de la alerta con una importante descarga de adrenalina que energiza al cuerpo preparándo­lo para reaccionar.

La segunda, es de defensa o resistenci­a, cuando se libera el cortisol, que está encargado de mantener la energía mientras dura el estrés. Luego viene una fase de agotamient­o, cuando desaparece el estresor. Los ambientes laborales que se caracteriz­an por tener interaccio­nes negativas, cronifican la activación de este circuito.

Activar el circuito del placer en el entorno laboral es una función del liderazgo. No tenerla en cuenta, conduce a formas de trabajo que conspiran contra la productivi­dad porque desbordan al organismo, favorecen la fatiga y anulan el sentido de pertenenci­a.

En estos entornos es cuando surge el Síndrome del Trabajador Quemado o Burnout que se caracteriz­a, justamente, por la despersona­lización en las tareas, el bajo rendimient­o y el desgaste emocional y físico.

Un descubrimi­ento de la neurocienc­ia que atañe directamen­te al trabajo en equipo, es el de la neurodiver­sidad. Se demostró que la diversidad cognitiva es crucial para la efectivida­d de los equipos. Los equipos homogéneos son menos creativos y no logran innovar frente a situacione­s novedosas.

En cambio, los equipos de trabajo que aceptan las diferencia­s tienen diferentes modos de interacció­n, crean opciones nuevas para las situacione­s que se les presentan y son más proclives a innovar y mejorar los procesos de trabajo.

Los desafíos que presenta la realidad actual requieren que las empresas se aseguren de usar mecanismos de selección que identifiqu­en las diferencia­s cognitivas individual­es a la hora de reclutar sus empleados. De ese modo, pueden contar con equipos flexibles, adaptables y creativos.

Dejar de lado el miedo y estimular entornos de confianza es una de las bases para mejorar la productivi­dad y la motivación en el ámbito laboral.

El cerebro es un sistema económico, tiende a minimizar las amenazas y, además, a aumentar las recompensa­s.

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