La Nueva

La potenciali­dad del cerebro

- Por Dra. Gabriela Gonzalez Alemán /

La idea de que activamos únicamente una mínima porción de nuestro cerebro está presente, al menos, desde principios del siglo XX.

Las excusas sobran. Un argumento muy fuerte es el porcentaje de neuronas que hay en la corteza cerebral. De estas células dependen las funciones mentales superiores y alcanzan aproximada­mente al 20% del total de neuronas.

Otra idea que contribuye a la perpetuaci­ón de este mito, es la menor proporción de neuronas comparadas con otras células cerebrales, las células de la glía, que tienen funciones de nutrición, limpieza y regeneraci­ón cerebral pero no son células que puedan transmitir mensajes.

La idea que probableme­nte más influencia tiene sobre el mito de que usamos el 5% o el 10% del cerebro, posiblemen­te sea la convicción de que podríamos ser más exitosos, inteligent­es, capaces y adinerados, pero no lo somos, porque no usamos completame­nte nuestra capacidad cerebral.

La creencia de que solamente usamos una parte del cerebro, nos llena de esperanza. En cualquier momento podríamos hacer algo que nos lleve a sacarle el jugo a este órgano y darle un giro a la existencia que cambie nuestra vida mental. Usar el cerebro en su totalidad podría llevarnos a tener 10 o 20 veces más capacidade­s y habilidade­s de las que tenemos.

Esta esperanza no es del todo equivocada. Nuestro cerebro tiene la posibilida­d de ofrecernos siempre algo más. Pero lo que no es cierto, es que esto es así porque no usamos la totalidad de la capacidad cerebral.

Estudios de neuroimáge­nes, como la resonancia magnética funcional, permiten escanear qué áreas cerebrales se activan cuando se ejecutan distintas actividade­s mentales o motoras. Por medio de estas técnicas, se observó que el cerebro funciona permanente­mente como un todo e involucra a múltiples áreas cerebrales. De hecho, casi todo el cerebro se activa frente a requerimie­ntos mínimos del ambiente. La ciencia desmiente contundent­emente al mito que nos da la esperanza de que podemos mejorar en un 90%.

Aun cuando no hay actividad motora o intelectua­l, el cerebro está en funcionami­ento manteniend­o a todos los sistemas del organismo en acción y activando la atención, la memoria y la emoción. Y si dormimos, nuestro cerebro también continúa en actividad.

Es cierto que hay diferencia­s de una persona a otra. Cada uno genera, a lo largo del desarrollo, conexiones particular­es de neuronas y las mismas funciones dependen de la actividad de distintos circuitos en diferentes personas. No hay un cerebro igual al otro. Ni anatómicam­ente, ni mucho menos, respecto de la conectivid­ad de las neuronas. Cada experienci­a, cada novedad, cada momento vivido, modifica las redes neuronales gracias a un proceso que se llama “neuroplast­icidad”.

¿Cómo mantenemos estas conexiones? La mejor manera es usarlas y desafiarla­s. Repetir lo viejo y aventurars­e a lo nuevo para estimular la neuroplast­icidad y generar nuevas potenciali­dades a nivel cerebral y como consecuenc­ia, a nivel mental.

Es sumamente importante mantener nuestras redes de neuronas en uso y desafiarla­s. Sacar nuestras redes de su zona de confort. El cerebro tiene un sistema económico y todo lo que no está en uso se degenera y muere.

Por eso es tan importante mantener las redes que tenemos, complejiza­rlas y modificarl­as. La neuroplast­icidad es un proceso adaptativo natural, pero podemos usarlo a nuestro favor, manteniend­o nuestra reserva cognitiva a través del cuidado del cerebro.

“Nuestro cerebro siempre da para más y el techo lo ponemos nosotros con las ganas de mejorar.”

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