Agustín Cabrera y Sebastián Mancinelli, ejemplos de superación e inspiración
Los futbolistas de Tiro Federal afrontaron, entre ambos, cinco cirugías por rotura de ligamentos de sus rodillas.
ograr trascender en el fútbol no es nada sencillo, sobre todo aquellos jugadores que han asumido sacrificios de diversas maneras. Pero están, también, quienes tienen que pasar por pruebas de exigencia máxima por las que pudieron haber tirado la toalla.
Agustín Cabrera y Sebastián Mancinelli comparten plantel en Tiro Federal y son futbolistas con historias de vida, de superación personal y de inspiración para miles de personas.
“Estoy cansado pero feliz. Después de 9 meses de parate pude jugar 87 minu
Ltos; me la banqué bien, pese a que en el primer tiempo recibí un pisotón que me molestó bastante”, dijo Agustín Cabrera, el joven delantero de 22 años que viene de superar su tercera rotura de ligamentos de rodilla. “Esto es día a día, los conté, están en mi cabeza. Gracias a Dios volví a pisar una cancha", expresó, por su parte, Seba Mancinelli, el jugador emblema aurivioleta, dueño de mil batallas en más de 20 años de trayectoria, quien a los 37 años dejó atrás su segunda lesión ligamentaria de rodilla.
“Había ansiedad, el primer partido de local. Jugué 30 en White, algo que valoré mucho. Cuando el médico (Ariel Carli) y el kinesiólogo (Joaquín Correa), dos genios, me dieron el alta en el octavo mes ya me quería comer la cancha (risas)”, dijo Cabrera.
A los 11 años, estando en Olimpo, llegó el primer golpe. La rodilla derecha se rompió y estuve tres años parado porque el cartílago, en etapa de crecimiento, no era operable.
“Sólo iba a natación. Pero mi cabeza estaba fuerte. Igual tuve varios viajes a Buenos Aires y en Bahía, Sergio Sánchez, traumatólogo infantil, estudió mi caso y luego me operó Carli. La cirugía fue antes de lo esperado, aunque la recuperación tardó 12 meses”.
Luego vino la etapa en Liniers –a los 16 años- y otro sacudón.
“Hice el primer año en menores y a los 17, en un partido ante Sporting en el Zibecchi, me rompí el ligamento cruzado de la otra rodilla. La tiré larga, el defensor me desacomodó un poco y caí todo el peso sobre la rodilla”, contó.
“Tenía un bajón, pero mi viejo me alentó a no aflojar. Hice un mes de gimnasio con Raúl Herrero y luego me operé. Sentí un gran apoyo de la gente del club; el profe Omar Correa me ayudó en la pileta. A los 6 meses estaba en carrera”.
En pandemia jugó un partido en Automoto de Tornquist y al volver se fue a Tiro Federal gracias a Hernán Rosell.
“Al principio costó, pero zafamos del descenso. El año pasado arranqué con todo, ganamos el Apertura y estaba en un nivel bárbaro. A fines de octubre la rodilla derecha se volvió a romper. Estaba muy triste, aunque había una voz en el subconsciente que me decía: ‘podés luchar una vez más’. El proceso lo viví a la par de Seba (Mancinelli), quien me alentó todo el tiempo. A mi viejo se le caían las lágrimas”, reveló.
“Lo charlé varias veces con mis padres (Fabián y Marcela). ¡Qué locura haber superado tres lesiones…! Una rotura de ligamento es durísimo; yo pasé por tres procesos y aprendí muchísimo”, afirmó.
--¿Había que contener tu mal humor?
--Casi no los tuve, soy alegre. Eso sí, bastante reservado. Venía a ver a mis compañeros, me sentía contenido. El campeonato lo celebré en mi casa. Estaba recién operado y la final se jugó en Liniers. Escuchaba por radio, esperé a mi papá y nos dimos un gran abrazo. Le pedí que me llevara a Tiro para abrazarme con mis compañeros.
--Ahora, vos y Seba volvieron en un momento delicado del equipo.
--Seba es un grande. Veíamos a los chicos entrenar bien, pero los resultados no se daban. Ahora podemos ayudar desde adentro.
--A prenderle velas a las rodillas.
--Los chicos me cargan. Me sacaron un tendón del cuádriceps y me quedó una cicatriz de siete puntos. Me dicen: “eso es un asco…jajajaja”. Son marcas de guerra, las llevo con orgullo.
Asimismo, Seba Mancinelli tuvo su primer percance el 24 de noviembre de 2014, en La Armonía y contra Olimpo: rotura de ligamentos de su rodilla izquierda. El año pasado volvió a suceder, aunque esta vez fue la otra rodilla.
“Las dos veces me lesioné solo. Quise enganchar una pelota, apoyé mal. Son cosas que pasan en el fútbol”, dijo Seba.
El doctor Guido Giuliano estuvo a cargo de la operación y Germán Dentezano, el kinesiólogo, de la recuperación.
“En la primera tenía 30 años, era otro momento de mi vida. Pensaba en volver rápido y lo hice; en la última jugué todo el año sin problemas y en el último partido, ante Liniers, en la final de aquel 11 de diciembre, me rompí”, señaló.
“Tenía la rodilla golpeada por la osteocondritis, más años encima... Pero gracias a Dios lo superé”, subrayó.
“Tengo marcas de guerra, una cicatriz enorme, pero las llevo con orgullo. No sé si hay muchos casos como el mío en el fútbol”, señaló Agus.
“El apoyo de mi señora, mi familia y el club fueron clave. Mucha gente me alentó, hasta jugadores de Bella Vista y Villa Mitre”, dijo Seba.
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