La Nueva

¿Quién no pasó alguna vez por las manos del “Chuli” Peralta, el masajista de Villa Rosas?

Lleva 30 años masajeando a jugadores en los vestuarios liguistas. Hincha del milrayitas y muy querido en el fútbol. “Visité lugares impensados, estuve con grandes figuras y en estadios mundialist­as. Soy feliz y agradecido a la vida”, afirmó.

- Javier O. Schwab jschwab@lanueva.com

ara todos es el Chuli de Villa Rosas. Así se simple… El encuentro con él para la charla fue en el club Libertad, lugar donde atesora los mejores recuerdos porque se trata de su barrio, su gente.

Allí, y en tantos otros clubes de la Liga del Sur, por las prodigiosa­s manos de Martín Peralta pasaron miles de jugadores. Hoy tiene 74 años, dice sentirse un poco cansado, aunque la palabra renuncia todavía se resiste, porque perduran en su mente los bellos recuerdos de un oficio que le brindó la posibilida­d de conocer gran parte del país.

“Mis trabajos son a domicilio

Py sigo ligado a Libertad. Esto lo hice y lo hago porque tengo pasión, aunque en ocasiones me detengo a pensar en mi familia y me pregunto: ¿cuánto más podés aguantar, Chuli?”, dijo sonriente.

--¿Cómo se te pegó esa locura por el fútbol?

--A los 6 años. Libertad gana el primer y único campeonato de Primera en 1956 y el barrio estaba convulsion­ado. El aprecio a esos jugadores, como Ricardo Volpi, con quien mantuve charlas memorables, Torices, Miñiú, los hermanos Bradal, Iñigo… “En el ’68 empecé a corretear por los pasillos de la institució­n y mi inicio como masajista fue en 1983.

Tuve un gran maestro como Angelito Rodríguez”, afirmó Peralta, quien también recordó a otros como Miguel Aparicio y Roberto Aldacour.

--Tenés el privilegio de ser parte de un vestuario. ¿Cómo se vive de adentro?

--El masajista es un gran complement­o del cuerpo técnico. Uno está presente los detalle, la charla con el jugador que está cargado de adrenalina, nervioso. Se produce un lindo vínculo.

--¿Te iniciaste con jugadores de Primera?

--No. En las infantiles de Libertad, pero no soy preciso con el año jajaja. Un gran técnico como Darío Bonjour, que luego me dio la chance de trabajar con él, me decía que soy flojo de memoria. Cuando Darío llegó me aconsejó y me trató como uno más de su grupo.

“El primer técnico fue Enrique Sepúlveda, épocas donde el viejo botiquín de madera se cuidaba como oro, porque costaba llenarlo. Alcohol, gasas, curitas y un preparado especial para el masaje”, contó.

--¿Cómo es la fórmula que utiliza?

--Se mezcla alcohol, alcanfor, que le da un aroma penetrante, aceite de esmeralda y gotitas de fluido Espinel, aunque ahora se usa vaselina líquida. A todo eso se lo conoce como linimento, que además de relajar el músculo sirve para los días de frío porque ayuda a entrar en calor.

“El aceite de esmeralda le dio sentido a la frase: ‘hay olor a vestuario’. Jamás me pasó de un jugador acalambrad­o en una cancha. He tenido muchas situacione­s adversas, pero nunca una queja por calambre.

--¿De qué situacione­s adversas habla?

--Fracturas, huesos desacomoda­dos. Me pasó con el “Negrito” Germán, ya fallecido, el “Pepo” Balbuena. He aprendido de los profesiona­les, grandes médicos, en el momento que pasan estas cosas.

--¿Su marca registrada son los caramelos para los jugadores?

--Jajaja. Sí. Están siempre arriba de la mesa, son especiales. No busco nada, sólo fue una ocurrencia porque

 ?? ?? del "Viejo", como le dicen los pibes. Al lado, junto a Darío Bonjour, un técnico que lo adoptó como un padre.
del "Viejo", como le dicen los pibes. Al lado, junto a Darío Bonjour, un técnico que lo adoptó como un padre.
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EL SANTUARIO
 ?? ?? EL "CHULI" Martín Peralta en sus salsa, los masajes sobre la camilla. La tibia del "Cachorro" Mariano Orsi, agradecida. Al fondo sonríe el "Topo" Sabatini.
EL "CHULI" Martín Peralta en sus salsa, los masajes sobre la camilla. La tibia del "Cachorro" Mariano Orsi, agradecida. Al fondo sonríe el "Topo" Sabatini.

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