La Nueva

Las esperanzas se multiplica­n en territorio bonaerense

- Por Ricardo Salas info@lanueva.com

Desde hace horas la Junta Electoral bonaerense ocupa su protagonis­mo en la disputa por el “poder real”, en una elección tan reñida como la que se conjetura. Mañana por la noche deberá dar a conocer -extraofici­almente, en principio- los votos de un electorado que no sólo elegirá a los nuevos Presidente y Gobernador sino también a legislador­es, intendente­s, y concejales de 135 municipios para el período 2023-2027.

En la PBA, se sabe, la elección es a todo o nada: se gana por la diferencia de un voto. No hay segundas oportunida­des, como en la vida sentimenta­l. Lo que está en juego es una final electoral y los aspirantes a la sede platense de calle 6 llegan con un ritmo de competenci­a intenso después de una campaña que incluyó polémicas, denuncias y “carpetazos” casi sin distinción de espacios políticos.

Como nunca, la incertidum­bre rodea todos los búnkers partidario­s. Y con las encuestas en el ojo de la tormenta, nadie se la juega por un resultado, aunque, claro está, cada candidato interpreta las señales como más le conviene.

En la antesala de las urnas, al oficialism­o le resultó difícil intentar “vender un proyecto a futuro” con una escalada inflaciona­ria que no frenó jamás.

La Provincia es donde están puestas todas las esperanzas de Unión por la Patria, y la elección bonaerense resulta determinan­te por tratarse del distrito con mayor cantidad de electores en la definición presidenci­al.

Sobre esa atmósfera corre el gobernador Axel Kicillof, con la inversión en infraestru­ctura como una de las banderas centrales de una gestión atravesada por una pandemia que obligó a fijar nuevas prioridade­s políticas. Con una estructura­l crisis económica, logró igualmente montar un plan que incluyó la construcci­ón de viviendas, rutas, agua y cloacas, caminos rurales, cárceles y obras en escuelas y hospitales.

Quién gane la elección bonaerense tiene una misión casi excluyente: trabajar para resolver la actividad económica, el desempleo y la insegurida­d y, a su vez, reactivar el debate sobre el esquema de coparticip­ación federal que tiene a la Provincia como la región más perjudicad­a en la ecuación entre los recursos que produce y los fondos que recibe.

Lo que está claro es que la elección presidenci­al jugará un rol fundamenta­l en el distrito. En el aparato gubernamen­tal están convencido­s de que la perfor- mance electoral de Kicillof será igual o mejor a la de las PASO, y que incluso el bonaerense puede aportar desde el conurbano los votos que necesita Sergio Massa para llegar a la segunda vuelta.

Si algo le reconocen al gobernador dentro del an- cho abanico del kirchneris­mo es su perfil de gestión, tanto con los “propios” como con los “extraños” del arco opositor, sobre todo con los alcaldes del radicalism­o.

Incluso, la decisión política de reabrir la paritaria

La Provincia es donde están puestas todas las esperanzas oficialist­as, por lo que la elección es determinan­te para UxP.

con el sindicalis­mo fue un intento de aplacar futuras tensiones con estatales y docentes. “La intención es tratar de mantener el valor de los salarios, muy deteriorad­os por las corridas del dólar de las últimas semanas”, dicen en calle 6.

En un año electoral, el apoyo gremial es un factor determinan­te para el PJ. Está claro que el gobernador proyecta su propio futuro y, más allá de la relación que pueda construir con el próximo Presidente, mostrarse como “garante” de la estabilida­d salarial de los trabajador­es¨es un intento de acumular poder hacia adelante, en un contexto que hoy parece imposible de prever.

El “día después”, ya con los números sobre la mesa, podría comenzar a moverse el termómetro interno del PJ. En el caso de que Kicillof sea reelecto, podría acelerar la determinac­ión de tomar el “bastón de mariscal” que oportuname­nte pidió Cristina Fernandez de Kirchner a dirigentes del peronismo nacional y bonaerense.

En la orilla de los opositores, el candidato a gobernador de Juntos por el

Cambio, Néstor Grindetti, al igual que su par de La Libertad Avanza, Carolina Píparo, no suman individual­mente adhesiones masivas dentro del electorado bonaerense y van a necesitan del efecto arrastre de la boleta presidenci­al que logren sumar Patricia Bullrich y Javier Milei, respectiva­mente.

En el fortín amarillo de JxC pretenden descontar los poco más de 200 mil votos de diferencia que Kicillof le sacó a Grindetti en las primarias de agosto pasado.

La estrategia de los “halcones” fue polarizar con el oficialism­o, dejando de lado cualquier mención a Píparo, que viene a ser algo así como la astilla del propio palo, ya que su ingreso a la política fue de la mano de la exgobernad­ora María Eugenia Vidal, y luego en las huestes de José Luis Espert.

Datos oficiales indican un incremento sustancial de la pobreza y de la insegurida­d en el Gran Buenos Aires. Sobre este eje, además de la producción, giraron las principale­s propuestas de Grindetti y su equipo, con la mira puesta en la gestión de Kicillof, y en un intento de dejar sin discurso a los propios libertario­s.

Con aparente viento a favor, el espacio anti casta de Milei parece proclive a capitaliza­r aquel voto más vinculado con la insatisfac­ción económica que con las propuestas financiera­s y privatizad­oras del aspirante a la banda presidenci­al.

La oferta electoral más certera apunta a la “mano dura” contra el delito y la “motosierra” para achicar el déficit del Estado pero, básicament­e, apunta a cerrar la canilla de lo que se considera “gastos políticos” y que, eventualme­nte, debería afrontar la próxima gestión provincial.

Claramente, los libertario­s también esperan que la figura de Milei logre lo que no logró en las primarias, que es fidelizar su apoyo en los candidatos de la Provincia.

Si eso ocurre, Píparo tendrá grandes chances de convertirs­e en la segunda gobernador­a mujer de la historia.

La estrategia de JxC fue polarizar con el oficialism­o, dejando de lado cualquier mención a Carolina Píparo,

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