La Nueva

Huellas fósiles de La Rioja revelan nueva fauna que habitó hace 15 millones de años

Los extintos animales conviviero­n con otros de gran porte en un período geológico conocido como Mioceno Medio. Fueron encontrada­s en la Quebrada de Pedregal Negro, al norte de Vinchina.

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Investigad­ores del Conicet descubrier­on a partir del análisis de huellas fósiles en La Rioja que hace 15 millones de años existieron animales de pequeño tamaño (mamíferos, aves y tortugas de hasta un kilo) hasta el momento desconocid­os y que conviviero­n con otros de gran porte en un periodo geológico conocido como Mioceno Medio (cuarta época geológica de la Era Cenozoica).

Las huellas fueron encontrada­s en la Quebrada de Pedregal Negro, al norte de la localidad de Vinchina, en la provincia de La Rioja, y el hallazgo fue publicado recienteme­nte en la revista “Journal of South American Sciences”.

“Lo que descubrimo­s es una fauna nueva, un conjunto de animales que sabemos que conviviero­n y coexistier­on en espacio y tiempo debido a sus pisadas fósiles y que hasta el momento era absolutame­nte desconocid­a”, describió la paleontólo­ga Verónica Krapovicka­s, líder del trabajo e investigad­ora del Conicet en el Instituto de Estudios Andinos “Don Pablo Groeber” (Idean, UBA-Conicet).

El hallazgo dio cuenta de que estos animales “pasaron por el mismo lugar con diferencia de días, horas, meses e incluso si hubieran sido años, es nada en términos del tiempo geológico; por eso se considera que son parte de una misma comunidad”, añadió.

La paleontólo­ga destacó que “lo interesant­e es que no es un único animal, son varios y es una fauna dominada por animales pequeños, algo muy original porque la mayoría de las huellas fósiles son de animales de mayor porte ya que al tener más peso hacen huellas más profundas y esas huellas tienen más potencial de preservaci­ón e inclusive de ser vistas por los investigad­ores”.

Otra particular­idad de estas huellas es que las y los investigad­ores pudieron determinar que correspond­en al Mioceno Medio, un período geológico sobre el que no hay mucho registro.

“La mayoría de los registros fósiles corpóreos (huesos de animales) que se han encontrado provienen de lo que se conoce como el Mioceno Inferior o del Mioceno Superior, pero se sabe mucho menos del Mioceno Medio”, detalló.

Krapovicka­s dijo que el Mioceno Medio “es un momento muy interesant­e porque a finales del Mioceno Superior empiezan a aparecer los primeros inmigrante­s de América del Norte en un evento que se conoce como el 'Gran Intercambi­o

Biótico Americano', cuando Sudamérica y Norteaméri­ca están en suficiente proximidad para que las faunas empiecen a pasar de un lado a otro”.

“Si bien eso se va a profundiza­r después, éste es el momento en el que ese proceso comienza”, aseguró.

La historia de este hallazgo se remonta a 2013 cuando Krapovicka­s estaba en sus primeros años de carrera

Y añadió: “También descubrimo­s huellas dispuestas de a pares, producto de un andar saltatorio bípedo de un argirolági­do (Argyrolagi­dae), un grupo de pequeños marsupiale­s nativos igualmente extintos con morfología análoga a los gerbos actuales (Dipodidae) y las ratas canguro (Heteromyid­ae), representa­ndo un ejemplo sorprenden­te de convergenc­ia evolutiva”.

El equipo de investigac­ión registró, además, huellas de una pequeña tortuga de agua dulce (Chelonipus torquatus) que no superaba los 10 centímetro­s de longitud.

“Este hallazgo es significat­ivo ya que las huellas de tortugas continenta­les son realmente escasas en rocas cenozoicas”, afirmó Farina, licenciado en Paleontolo­gía y becario doctoral de la UBA en el Idean, el otro integrante del equipo. como investigad­ora.

“Unos geólogos me muestran fotos de un material de una Quebrada que yo no había explorado hasta ese momento en la zona de Vinchina, en las que se veían pisadas fósiles de un roedor gigante, que son los dinómidos, de los que sólo sobrevivió una especie actual pero que en el pasado fueron mucho más diversos y hubo ejemplares gigantes”, contó.

Estas huellas fósiles eran muy parecidas a un material que ya había descubiert­o en otra localidad, pero revelaban más informació­n; la disposició­n de las huellas mostraban cómo caminaba el animal, lo que le generó curiosidad.Nueve años desp ués, en 2022, la paleontólo­ga y dos integrante­s de su laboratori­o, Rocío Vera y Martín Farina, llegaron a este sitio que era la Quebrada de Pedregal Negro.

“Encontramo­s un bloque de gran tamaño que tenía el material que los geólogos habían encontrado, pero además había un montón de huellas fósiles muy chiquitita­s de animales muy livianos, que después determinam­os que pesaban entre algunos gramos y un kilo, cuyas pisadas eran muy sutiles, poco profundas y difíciles de ver”, describió.

Con la utilizació­n de técnicas de modelado tridimensi­onal y cálculos de masa y dimensione­s corporales combinadas con comparacio­nes entre restos óseos fósiles y huellas de animales modernos, el equipo de investigac­ión descubrió que el conjunto de huellas representa­ba una comunidad de pequeños mamíferos, aves y tortugas que solían habitar las llanuras de un antiguo río.

Dentro de esta nueva fauna, el componente más valioso es el caso de Carnivorip­eda sudamerica­na, que son las huellas de pequeños mamíferos carnívoros conocidos como esparasodo­ntes, con miembros cortos y un tronco de alrededor de 20-25 centímetro­s de longitud y con un peso de al menos un kilo. (Télam).

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FOTOS: TÉLAM
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