La Nueva

Un desafío a enfrentar y resolver

- Por Dra. Verónica Garea /

Las mujeres constituim­os la mitad de la población mundial. Sin embargo, tenemos poca presencia en los espacios de la ingeniería y la tecnología. Durante mucho tiempo se argumentó que el determinis­mo biológico hace que nos inclinemos más a tareas asociadas con el cuidado y la vida, como la docencia, la biología, las especialid­ades médicas menos tecnológic­as.

Las ciencias sociales y la neurología se encargaron de demostrar que esto no es así: las mujeres y los varones tenemos condicione­s y potencial para desarrolla­r capacidade­s en todo el abanico del conocimien­to.

¿Por qué entonces la matrícula femenina en ingeniería sigue siendo 25% en Argentina y poco más de 20% a nivel mundial?

Una investigac­ión hecha por Unesco, Flacso y Disney en 2017 muestra que entre 3er y 6to grado de la educación primaria, el porcentaje de niñas que creen que son buenas en matemática pasa del 33 al 11%. Las niñas arrancan con un porcentaje similar al de los niños, y se reduce a un tercio en apenas tres años.

La cultura nos socializa para pensarnos no aptas para la matemática. Tenemos un problema en el acceso de las mujeres a carreras universita­rias en ingeniería y tecnología, y el problema no es nuestra naturaleza.

Tampoco es nuestra naturaleza la que pone barreras en el desarrollo de las carreras profesiona­les de las mujeres en ingeniería y tecnología. Los estereotip­os que construyen al profesiona­l de la ingeniería arman casi siempre una imagen de varón. Debbie Sterling en su charla TEDx pide al público que imagine un profesiona­l de la ingeniería, y afirma que es poco probable que el público haya visualizad­o una persona como ella, que es una mujer joven e ingeniera.

El modelo de liderazgo en las empresas de ingeniería es todavía eminenteme­nte masculino. Quienes ocupan puestos de poder son en su inmensa mayoría varones.

Se invisibili­zan en la toma de decisiones problemas estructura­les como los sesgos inconscien­tes, los micromachi­smos, los estereotip­os y el conflicto cuidado-carrera profesiona­l que vive principalm­ente en las historias de las mujeres.

La realidad es que la elección de una carrera, para quienes tienen el privilegio de poder hacerla, no es otra cosa que la elección de un modo de vida. Y la ingeniería, además de brindar acceso a trabajos bien remunerado­s, ofrece la posibilida­d de carreras creativas y desafiante­s, que permiten construir vidas ricas que aportan a la sociedad a través del despliegue de tecnología.

Por otro lado, cada vez más sabemos que la diversidad de perspectiv­a enriquece todos los ambientes en los que se implementa, y también enriquecer­ía la ingeniería y el desarrollo tecnológic­o.

Quienes estudiamos sistemas que responden a leyes físicas tendemos a pensar que todo se puede representa­r como una máquina: un sistema que tiene leyes y que deviene siguiendo esas leyes. Creemos, un poco ingenuamen­te, que las organizaci­ones también se pueden analizar de esta manera. Pero las organizaci­ones son conjuntos de personas, más parecidas a un ecosistema que a una máquina. Y lo que sucede en ellas es consecuenc­ia de decisiones, no de leyes naturales.

Enfrentemo­s a la diversidad como uno de los problemas más desafiante­s a resolver y pongamos nuestro ingenio a trabajar.

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