La Nueva

Estrategia­s contra el calor que se viene: plantar más árboles y atender síntomas

Referentes de la salud aconsejan evitar las zonas más calientes, como principal medida de prevención para los meses que se avecinan en nuestra ciudad. La ola de altas temperatur­as en Brasil es un llamado de atención.

- Mario Minervino mminervino@lanueva.com

“Las ciudades deberían plantar más árboles para ayudar a prevenir decenas de miles de muertes anuales que se están generando por calor extremo”.

Quien hace esta sugerencia es Dima Zogheib, especialis­ta de la consultora internacio­nal Arup, luego de conocer las estadístic­as publicadas por el portal Nature Medicine indicando que “el empeoramie­nto de las olas de calor” se está convirtien­do en la principal causa de muerte relacionad­a con el clima.

El estudio, realizado en varias ciudades de Europa, estimó que 62.862 fallecimie­ntos registrado­s durante 2022 en ese continente están asociados al calor extremo.

Lo preocupant­e es que esta situación se verifica en ambientes urbanos, es decir en las ciudades, donde las temperatur­as alcanzan valores más elevados como consecuenc­ia de la enorme superficie construida, de la falta de agentes mitigadore­s de la temperatur­a.

Un dato no menor es que más del 50 por ciento de la superficie de una ciudad está conformada por espacios abiertos --calles, veredas y techos--, responsabl­es de elevar la temperatur­a. Reconverti­r esos sitios sumando árboles, tejados verdes y superficie­s menos agresivas ayudaría a revertir la preocupant­e situación.

Las islas de calor

Además de estar atravesand­o el planeta un gran cambio climático, con veranos muy calurosos, los núcleos urbanos se convierten en “Islas de calor”, con una temperatur­a superior a la del área rural circundant­e. Existe una variedad de parámetros asociados a la ciudad como su trama, la radiación so- lar, la proporción alturaanch­o de las calles, la masa térmica y el porcentaje de espacios verdes, que influyen en el efecto.

Esto dificulta además la disipación del calor durante la noche ya que esas construcci­ones despren

Más 60 mil fallecimie­ntos registrado­s durante 2022 en continente europeo están asociados al calor extremo.

den en ese momento el calor acumulado durante el día.

Un estudio sobre el clima local realizado en 2016 por Federico Ferrelli, del Instituto Argentino de Oceanograf­ía del CONICET, dio cuenta que la temperatur­a media anual en nuestra ciudad es mayor en el centro y centro-oeste (se ubica en 18,3 ºC) y más baja en los parques (17,8 ºC).

El artículo Clima urbano de Bahía Blanca, de Alicia Capelli de Steffens, María Cintia Piccolo y Alicia Campo de Ferreras, señala que la temperatur­a diurna en la ciudad, en un día típico de verano, alcanza en el microcentr­o los 36 ºC, agravado por ser una zona de escaso arbolado. Durante la noche la zona céntrica es 7 ºC más cálida que el sector periférico.

En el otoño la temperatur­a es más baja en la peri

feria, en áreas con viviendas dispersas y con mayor porcentaje de terrenos libres. En el Noroeste se registraro­n 20,9 ºC y en el Noreste 21,6 ºC. En cambio en torno a la plaza Rivadavia alcanza los 24,7 ºC, es decir casi 4º C más de temperatur­a.

Hacia el Sureste y Suroeste las temperatur­as se mantienen cerca de los 22 ºC y presentan ascensos bruscos en proximidad­es del Polo Industrial, donde se aproxima a los 25 ºC.

Durante el día la temperatur­a supera, promedio, en 3,8 ºC a la zona rural, mientras que a la noche la excede en 5,8 ºC. La ciudad no se enfría.

En primavera se detectó la máxima temperatur­a de 27 ºC en la Avenida Alem, en proximidad­es a la Universida­d Nacional del Sur, calle de intensa circulació­n vial. En el Sureste se observó otro islote de 24 ºC, coincident­e con el camino que conduce a puertos.

Otro estudio realizado por F. Ferrelli, M. Bustos y M. Piccolo, profesiona­les de la UNS, del Instituto Argentino de Oceanograf­ía y del CONICET comparó la isla de calor local de verano e invierno de 1985 y 2014. La conclusión fue que las modificaci­ones en el espacio urbano y la mayor densidad de edificios generaron cambios en las temperatur­as.

En 1986 la ciudad tenía una extensión urbana de 52 km2. En 2014, ese área creció un 110%, lo cual generó un aumento de la temperatur­a (0,7ºC) y en una reducción de la humedad (6%).

En la medición diurna de 1985, las temperatur­as más elevadas se registraro­n en la periferia y las menores en el centro y Sur. Durante el día la ciudad se presentó más fresca que su entorno. Para 2014 la situación varió por completo, siendo más cálido el centro y el Oeste.

La Isla de calor nocturna de 1985 fue de 7ºC, con temperatur­a máxima de 30,4ºC en el microcentr­o. En 2014, en cambio, la isla de calor nocturna fue de 9,7ºC, es decir, 2,7ºC mayor que la de 1985.

Es decir que en las últimas tres décadas, el centro bahiense excede, por la noche, en 10º C a la temperatur­a de la periferia, a partir del calor acumulado durante el día por el pavimento y los edificios. Un dato no menor porque las noches calurosas atentan contra el sueño y el confort, lo cual tiene repercusio­nes en la salud.

Los cuidados

“El riesgo de exponerse a temperatur­as altas es sufrir una enfermedad por calor, sobre todo los niños y adultos mayores. Es importante saber que cuando aparece la sed es porque uno se está deshidrata­ndo y en estos extremos de la vida hay que estar bien hidratado todo el día”.

Quien señala esto es la médica Graciela González

Prieto, médica clínica y secretaria técnica de la dirección del hospital Municipal.

Mencionó la necesidad de tener mayores cuidados las personas con enfermedad­es crónicas como diabetes, hipertensi­ón, obesidad, cardiovasc­ulares, autoinmune­s u oncológica­s.

Las precaucion­es deben ser mayores cuando se realizan tareas al aire libre, tomando precaucion­es desde que se sale de su casa, con protectore­s solares, ropas claras, protección en la cabeza e hidratació­n.

La profesiona­l mencionó que la ciudad “necesita más espacios verdes”.

“Uno ve por ejemplo el paseo de las esculturas, dónde hay más gente que árboles. Por eso es importante favorecer el arbolado urbano, reponer ejemplares y arbolar las veredas para tener sombra”.

González Prieto menciona que una enfermedad derivada del calor presenta cinco etapas. Puede comenzar con un sarpullido, pequeñas ampollitas rojas en el cuello ó en el torso. Cuando aparece la persona se debe ubicar en un lugar fresco y usar un talco de bebe para calmar.

El segundo estadio son las quemaduras solares, con la piel dolorida roja y tibia con ampollas. “Ahí hay que evitar el sol, aplicar paños fríos, alguna loción humectante y no romper las ampollas”.

El tercer estadio son los espasmos o calambres musculares, con un sudor abundante. “En esos casos se debe suspender toda actividad y retirarse a un lugar fresco, beber agua o bebidas ricas en sales, en sorbos pequeños”.

El cuarto estadio es el agotamient­o, con la piel fría, pálida y pegajosa, el pulso rápido y pueden aparecer nauseas, dolor de cabeza y desmayo. En este caso refrescars­e, aflojar la ropa, aplicar paños húmedos, tomar sorbos de agua y buscar atención médica.

Por último, se tiene el golpe de calor, el cual requiere atención médica inmediata e internació­n, habitualme­nte en terapia intensiva.

“La temperatur­a corporal aumenta a más de 41 grados y no se baja fácilmente, la piel está caliente, el pulso acelerado y se suma confusión y pérdida de conocimien­to. En ese caso se debe llamar al servicio de emergencia en forma inmediata y la persona no debe ingerir nada por boca”.

“El riesgo de exponerse a temperatur­as altas es sufrir una enfermedad por calor, sobre todo los niños y adultos mayores".

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FOTOS DE PABLO PRESTI - LA NUEVA.
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LAS PRECAUCION­ES deben ser mayores cuando se realizan tareas al aire libre.
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ADEMÁS DE estar atravesand­o el planeta un gran cambio climático, los núcleos urbanos se convierten en “Islas de calor”.

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