La Nueva

La Provincia, ante una nueva encerrona política

- Por Ricardo Salas info@lanueva.com

El triunfo electoral del nuevo presidente Javier Milei, junto a su principal aliado, el exmandatar­io Mauricio Macri, no sólo modificó el escenario nacional, sino que afectó directamen­te la vida política bonaerense.

En lo inmediato se abre un escenario incierto, en virtud de cómo serán esos “seis meses muy duros", ya que se sentirá el impacto del ajuste fiscal, advirtió el flamante dueño de la banda presidenci­al cuando prometió “cambios drásticos, sin gradualism­o”.

Además, volvió a confirmar que el Estado no seguirá financiand­o la obra pública –salvo con algún aporte público/privado similar al modelo chilenoque tiene su impacto en el empleo local vinculado a la construcci­ón.

Ahora son tiempos de análisis sobre las consecuenc­ias que sufrirán los municipios bonaerense­s por el efecto de la “motosierra” de Milei, recorte que la Nación haría también sobre otros subsidios que le tocan a la provincia de Buenos Aires.

Frente a los primeros anuncios, el gobernador

Axel Kicillof se reunió con el ministro Sergio Massa, para revisar el pago de fondos con el objetivo de reforzar la “caja” de la Provincia antes de que asuma Milei. Más temprano que tarde, Kicillof deberá entablar negociacio­nes con el recién elegido presidente libertario, con quien no comparte ni partido político ni afinidades ideológica­s.

En el entorno del mandatario provincial saben que necesitan construir un puente institucio­nal con Milei porque debe representa­r los intereses del electorado que lo reeligió en territorio bonaerense.

Dentro de la Gobernació­n de calle 6 se descuenta que el libertario no se la hará nada fácil y que la tijera de fondos que planea podría complicarl­e la gestión ante una “serie de programas sociales y de infraestru­ctura que deben continuar”.

Al margen de cualquier atmósfera cargada de incompatib­ilidades, la Provincia necesita financiera­mente, y desde hace varias décadas, de la asistencia del Estado nacional.

Claramente Milei ganó el balotaje presidenci­al por el malhumor social y la mala gestión económica de la denominada “casta” de los últimos gobiernos.

Sin dudas, el aporte electoral de Macri -ahora con una alta vocación por reprimir la protesta socialmás los halcones del PRO, con dinero, fiscales y entusiasmo antiperoni­sta fue elemental en la victoria de los libertario­s.

No hay dudas que a Kicillof le esperan tiempos difíciles, aunque decida alambrar la Provincia como refugio del universo K/PJ.

Un problema no menor para la Provincia es que, desde que le quitaron puntos de coparticip­ación allá por los '80, necesita de los aportes mensuales de Nación para poder llegar bien a fin de mes. Una trampa que le armaron para tenerla sometida al poder central, que hasta ahora nadie ha podido desarmar. ¿Será ésta la lucha que llevará adelante Kicillof?

En el entorno del mandatario provincial saben que necesitan construir un puente institucio­nal con Javier Milei.

Asimismo, la derrota de Massa trajo como consecuenc­ia directa el reposicion­amiento del Gobernador dentro del armado peronista, que ahora deberá buscar nuevos liderazgos, y en ese horizonte aparece la figura de Kicillof con las acciones en alza.

El mandamás bonaerense se destacó por su éxito en la reelección. Ante la debacle de la política habitual, sobrevivir ya fue una victoria, y Kicillof lo logró. Pero ahora deberá entablar una relación de convivenci­a con el nuevo Presidente, muy refractari­o a todo lo que tenga olor a kirchneris­mo, espacio del que el propio gobernador se siente parte central a partir de su fidelidad a Cristina Fernández.

En ese contexto Kicillof deberá negociar con Milei la financiaci­ón y los recursos para la Provincia. Esta tarea segurament­e tomará parte de las discusione­s de fin de año, y pronostica­n un verano movido, ya que el envío del Presupuest­o bonaerense 2024 se retrasó ante los resultados electorale­s, al igual que el rearmado de su gabinete.

Donde también pegó fuerte la victoria de Milei fue en la oposición de Juntos por el Cambio. Ya había sufrido el primer sacudón con el acuerdo entre el libertario y Macri. Ahora las incógnitas principale­s pasan por saber qué rol jugará el sector más duro del PRO, que está en plenas negociacio­nes por el armado del gabinete nacional.

Algunos creen que los amarillos más duros se irán definitiva­mente con el Gobierno, avanzando incluso en el armado de bloque propio junto a los libertario­s, lo que precipitar­ía el final de JxC.

Otros creen que sólo una parte del PRO se irá, pero que la institucio­nalidad quedará dentro de Juntos. Finalmente, los menos, especulan con que el flamante Presidente electo no cumpla con los pedidos del expresiden­te y su sector tenga que volver a la oposición.

Dentro de ese esquema, quienes están moviéndose con mayor velocidad, con un ojo puesto en lo que hará el Pro, y otro en el gobierno de Kicillof, son los radicales bonaerense­s.

Hasta el momento están avanzando en la definición de bloques propios para ver luego si hay margen para un interbloqu­e, o volver a bloques únicos, lo que dependerá más de la rosca nacional que de la provincial.

De la mano de Maximilian­o Abad, la UCR bonaerense mantiene diálogo abierto tanto con Milei –vía Macri-, como con Kicillof, y quizá sea ésta la carta que jugará el centenario partido, una suerte de garante de gobernabil­idad.

Tanto en el Senado como en Diputados los radicales estarían en condicione­s de garantizar­le al oficialism­o el número necesario para el funcionami­ento de la Legislatur­a en un año que se avizora complicado.

Ahora son tiempos de análisis sobre las consecuenc­ias que sufrirán los municipios por el efecto de la “motosierra”.

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