Con duras críticas al roquismo, Sarmiento funda “El Censor”
En 1885, poco antes de morir y durante la primera presidencia de Roca, el sanjuanino fundó el periódico, con un perfil de fuerte denuncia de la corrupción reinante bajo la presidencia de Julio A. Roca señalando que comandaba una verdadera organización de
uchas de las ideas pregonadas por Sarmiento desde años antes –como el de la educación popular y laica o el matrimonio civil–, en las últimas décadas del siglo XIX se conjugó con la nueva ideología dominante, el positivismo., motorizada por el escritor y filósofo francés Augusto Comte a menudo considerado como el primer filósofo de la ciencia en el sentido moderno del término.
El faro del positivismo era el concepto de “progreso” que animaban los nuevos descubrimientos científicos y técnicos y parecían poner a la humanidad ante un destino de grandeza. En varios países de América hubo pensadores e importantes políticos que encarnaron esa visión como el caso del presidente de México Porfirio Díaz que dirigió los destinos del país de
Mmodo dictatorial durante más de treinta años, desde 1876, un período parecido al que, en la Argentina, Roca, con el Partido Autonomista Nacional(PAN) dominó la política nacional, entre 1880 y 1912.
De modo que el roquismo se presentó como expresión local del “progreso”, como nuevo faro de la humanidad, y llevó a la práctica algunas de las ideas progresistas enunciadas por Sarmiento tiempo antes, como las del modelo de educación pública, obligatoria y laica plasmado en la Ley 1420.
Sin embargo, eso no quiere decir que se los pueda emparentar políticalar mente. En 1885 –74 años, cuando ya lucía más pelada que canas– Sarmiento funda un periódico que titula, no por casualidad, El Censor y que se dedica, básicamente, a fustigar la “Campaña al Desierto” –que terminó físicamente en 1883– y denunciar el nepotismo de la familia Roca y de los amigos de Roca, como el caso de la familia de Ernesto Tornquist, representante de la fábrica alemana de armas Krupp, abastecedor del Ejército nacional y mediador en temas como deuda externa con la banca de Londres, que tiene una ciudad y un parque provincial con su nombre en el corazón de Sierra de la Ventana con tierras cedidas en aquellos tiempos.
Sarmiento denuncia que todo lo posterior a la “conquista del Desierto” es un enorme bluff, un gran negociado, una campaña miserable para quedarse con las enormes extensiones de tierras ocupadas entre unas pocas familias de la gran oligarquía aristocrática y patricia, asociadas con el poder.
En ese sentido, llegó a escribir un artículo cuyo titude del diario fue “Nos gobierna una familia de ladrones”, refiriéndose, claro, a los Roca, Podríamos trascribir infinidad de citas al respecto, en las que, entre otras cosas, dice que el ejército se ha puesto al servicio de los Roca para proteger y apañar esos negociados con la tierra pública: “Póngase una cruz en el mapa de la República en cada uno de los puntos ocupados por un miembro de la familia Roca y saltará a la vista si el ejército tiene otra misión en este momento que la de asegurar el mando y la disposición de los caudales públicos a la familia Roca.”
En carta a un amigo tucumano José “Pepe” Posse, de octubre del ‘85, subrayaba: “Creo que vamos río abajo y empujados de nuevo hacia la barbarie. Con Juárez Celman (hermano
En 1885, Sarmiento funda un periódico que titula, no por casualidad, El Censor, y que se dedica a fustigar la “Campaña al Desierto”.
Roca por el coño) tendremos la república suprimida y absorbida por una familia de ladrones. Se ha lanzado la candidatura de Ataliva [Roca] para Buenos Aires y los otros hermanos [de Julio] ya están en Corrientes (Rudecindo) y San Luis (Alejandro). Agustín está en el Banco y sus primos José C. y Ezequiel Paz ‒ los dueños de La Prensa‒ en los ministerios y en Europa, agentes por millones.”
En efecto, así fue como uno de los hermanos de Julio Argentino fue gobernador de San Luis, otro gobernó el Territorio Nacional de Misiones y otro “adquirió” –o mejor dicho “se hizo de”– todas las tierras lindantes con el futuro Congreso Nacional en las cercanías de las avenidas Callao y Rivadavia, muchas manzanas que todavía eran un barrio casi despoblado… para venderlas después diez o cien veces más caras cuando el edificio se construyó. Ese especulador profesional terminó sus días como un gran millonario y fue el que manejaba la “caja chica” del presidente. Su nombre era