Europa endurece su postura con los migrantes para frenar su llegada
Italia, Alemania y Francia presentaron nuevas normativas que contemplan el envío a terceros países de los solicitantes de asilo mientras tramitan sus peticiones. Deportación de extranjeros con delitos graves.
El aumento de la inmigración irregular y la llegada de refugiados a territorio europeo ha provocado un auge de partidos de extrema derecha con políticas antiinmigratorias. Como consecuencia, varios países han aprobado medidas o estudian leyes para limitar la llegada de indocumentados a su territorio.
Un reciente acuerdo entre Italia y Albania dará como fruto la construcción de dos centros de refugiados en este último país, a donde Roma enviará a los migrantes llegados a su territorio durante el tiempo que estudian sus solicitutes de asilo. Ambas instalaciones tendrán capacidad para 3.000 personas y se espera que reciban hasta casi 40.000 migrantes al año.
Italia financiará la construcción de los centros, uno en el puerto de Shengjing, que se utilizará para identificar a los recién llegados, y otro en Gjader, donde se estacionará a los migrantes que deban ser repatriados una vez denegada su entrada a Italia.
La primera ministra italiana Giorgia Meloni firmó el acuerdo con su homólogo albano Edi Rama, estableciendo la apertura de los dos complejos en primavera de 2024.
Meloni, que ganó las elecciones del pasado año con una fuerte campaña en contra de la inmigración irregular, ha asegurado públicamente que los menores, las mujeres embarazadas y las personas vulnerables no serán enviadas a estos centros.
En lo que va de año, las costas italianas han sido escenario de la llegada de más de 150.000 migrantes, frente a los 88.000 del año pasado. Roma ha apelado a la solidaridad de sus socios europeos, por el momento sin mucho éxito.
En Alemania, el canciller alemán Olaf Scholz calificó de “histórico” el acuerdo firmado con 16 estados federados para compartir los costos de acogida de los refugiados e implementar una serie de reducciones en las prestaciones a los solicitantes de asilo, con el objetivo de hacer al país menos atractivo para su llegada.
El acuerdo incluye una disminución del dinero asignado a los migrantes para gastos personales, así como medidas para que este dinero sea gastado y no enviado a sus países de origen.
Hasta ahora, cualquier migrante, además de alojamiento y comida, recibía 182 euros mensuales, que a partir de ahora solo podrán ser gastados con una tarjeta en tiendas y no enviados en remesas a sus países de origen. Además, el plazo para beneficiarse de aumentos en esa prestación será más extenso.
El acuerdo supone un cambio de rumbo del país germano respecto a la política de puertas abiertas de Angela Merkel, predecesora de Scholz. Desde entonces, la llegada de migrantes ha tenido también un impacto en el panorama político, provocando el crecimiento del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania.
En Francia, el Senado aprobó el proyecto de ley de inmigración promovida por el Gobierno. Sectores de la derecha introdujeron algunas enmiendas para controlar la llegada de inmigrantes y agilizar las deportaciones, que no figuraban en el proyecto inicial.
El próximo paso es la presentación en la Asamblea Nacional (Cámara baja) a partir del 11 de diciembre, para revisar la reforma.
Los senadores, dominados por una alianza entre la derecha y los centristas, votaron 210 a 115 a favor de este texto después de reforzar numerosas medidas de tono represivo, destinadas a facilitar las expulsiones de extranjeros “delincuentes” y simplificar los procedimientos de expulsión.
Así, los legisladores endurecieron los criterios de reagrupación familiar y de acceso a la nacionalidad, condicionaron las ayudas para los extranjeros a contar con 5 años de residencia y suprimieron la Ayuda Médica del Estado para las personas sin papeles.
Además, la regularización temporal de los trabajadores en situación irregular en sectores con escasez de mano de obra, que la derecha quería eliminar, finalmente se mantuvo en el texto, pero precisando que se trataría caso por caso y de “forma excepcional”.
Ante las críticas de la ultraderecha, el gobierno de Emmanuel Macron busca con esta reforma, que agiliza las expulsiones, demostrar “firmeza” contra la inmigración, pero carece de la mayoría necesaria en el Parlamento bicameral para sacarlo adelante sin cambios.
Según Helsinki, se trata de una operación malintencionada: el gobierno finlandés acusó a Moscú de manipular a los solicitantes de asilo con fines desestabilizadores, en represalia por su ingreso en la OTAN.
La Comisión Europea ha constatado “un aumento de las llegadas” de migrantes a la frontera entre Rusia y Finlandia, y ha denunciado su “vergonzosa explotación” por parte de Moscú, declaró Christian Wigand, portavoz de la Comisión.
Su presidenta, Ursula von der Leyen, apoyó plenamente las medidas adoptadas por Finlandia y cargó contra Rusia.
Normalmente, sólo llegan a la frontera ruso-finlandesa unos 10 solicitantes de asilo al mes. Pero en el espacio de unos pocos días, 280 migrantes indocumentados, todos de Oriente Medio y África, llegaron a pie y en bicicleta.
Las cifras son bajas, nada alarmantes en sí mismas, pero esta repentina afluencia trae a la memoria el invierno de 2015-2016, cuando 1.700 solicitantes de asilo cruzaron la frontera, a pesar de que existe un acuerdo tácito entre Rusia y Finlandia según el cual cada país filtra los cruces por su lado y sólo deja salir a personas con papeles en regla.