La Nueva

Rutas y velocidad: el fallo de una tragedia que busca concientiz­ar

Confirman la condena a un automovili­sta que provocó un choque y 7 muertes en la ruta nacional 22, en cercanías de Algarrobo. Respetar el límite de máxima no siempre es conducir con prudencia.

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Nos quejamos a diario de la VTV y sus costos, de los baches, de las rutas ahuelladas o deteriorad­as y de la falta de controles carreteros. Y existen razones suficiente­s y valederas para hacerlo.

A la vez, pocas veces nos interpelam­os sobre la forma de manejo, no solo en la ciudad sino también en las rutas. Sí lo hacemos con el otro, pero nunca a título personal.

Y es una realidad que casi nadie respeta el límite de velocidad fijado, salvo en los lugares -ya conocidosd­e la instalació­n de radares fijos que, en definitiva, solo evidencian un fin más recaudator­io que preventivo.

Sumar una cuota de prudencia al volante -en especial cuando llega la época estival- nos puede evitar daños materiales y personales.

Y hasta una fatalidad de límites casi inimaginab­les como la que sucedió hace 4 años, en vísperas de Navidad, cerca de la localidad de Algarrobo.

Dos familias terminaron destrozada­s, con la muerte de 7 personas, entre ellas 3 niñas, en lo que fue una de las mayores tragedias viales de la región en los últimos años.

El conductor al que se responsabi­lizó de ese drama es Roberto Daniel Cedeño, un puntaltens­e que fue condenado (en los últimos días confirmaro­n la pena en segunda instancia), más allá de que podría haber circulado respetando los límites máximos de velocidad permitidos para ese tramo de la ruta nacional 22 (kilómetro 787) donde se produjo el impacto múltiple.

La Justicia de Bahía, al ratificar la sanción -a tres años de prisión en suspenso (no irá a prisión) y 7 de inhabilita­ción para conducir-, dejó algunos conceptos interesant­es sobre los deberes de cuidado que cada automovili­sta debe adoptar, al margen de lo que indiquen las señales.

La madrugada del 22 de diciembre de 2019, Cedeño (hoy de 69 años y con domicilio en Puerto Deseado, Santa Cruz) conducía una Peugeot Partner que chocó de atrás a una camioneta

Chevrolet S10. Debido al imprevisto impacto, la Crevrolet cruzó de carril y se embistió de frente con un Renault Sandero.

Los ocupantes de la S10 (oriundos de Algarrobo) Cristian Luján (35), Patricia Acosta (36) y dos niñas de 14 y 6 años, falleciero­n en el acto. Y también perdió la vida toda la familia del Renault (de Lincoln): Víctor Susi (43), Claudia Rosales (44) y una pequeña de 9.

Cedeño aseguró que fue encandilad­o por otro auto de frente, que él iba a una velocidad permitida y que la camioneta de adelante tenía las luces de posición apagadas o con baja visibilida­d por suciedad y que circulaba a apenas 40 kilómetros por hora en una ruta nacional.

Al conductor que generó la tragedia le impusieron 3 años de prisión en suspenso y 7 de inhabilita­ción para manejar.

Deber de cuidado

Ninguno de sus argumentos fueron atendidos -su defensor, Mariano Jara, pedía la absolución por el beneficio de la duda- y la Cámara Penal confirmó la sanción en su contra que había dictado la jueza en lo Correccion­al Susana González La Riva.

El camarista Gustavo Barbieri -con la adhesión de su colega Pablo Soumouloua­puntó a que Cedeño no tuvo "el correcto dominio" del vehículo que manejaba, más allá de que la velocidad del mismo pudo ser menor a la permitida en el sector, ya que una perito la calculó (sin precisión absoluta) en unos 113 km/h.

"La correspond­encia de las acciones del acusado en relación al deber de cuidado exigido deben ser evaluada en el contexto de circunstan­cias concretas que rodeaban la circulació­n, por un tramo de una ruta nacional con nula iluminació­n y estrechame­nte cercano a diversas poblacione­s de zona rural, en plena noche (casi las 2 AM) y teniendo en cuenta la necesidad de prever las posibles situacione­s que, ante ese escenario, pueden producirse", explicó la Cámara.

"Aun cuando pudiera no exceder la máxima permitida resultó -en ese contexto específico- un accionar contrario al deber de cuidado y prevención que se le imponía, que fue determinan­te de su incapacida­d para evitar colisionar al rodado que circulaba en su

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ARCHIVO LA NUEVA.
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DOS FAMILIAS, una de Algarrobo y la otra de Lincoln, se vieron cegadas por la terrible tragedia.

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