Después del temporal, los vivos de siempre
Muchos comerciantes locales llegaron a duplicar el valor de venta de artículos como velas o agua mineral, descaradamente y sin escrúpulos.
SE DICE, y con razón, que el mercado responde a las leyes de la oferta y la demanda.
SI LA oferta es mayor que la demanda, los precios bajan. En el caso inverso, si la oferta no cubre la demanda, los precios suben y los consumidores se ven perjudicados.
EN NUESTRO país, los varios meses de incertidumbre en materia económica han generado que los comerciantes se encarguen de remarcar los precios, no en respuesta a estas dos situaciones sino en el afán de "cubrirse" ante aumentos inesperados.
LA DISPARIDAD entre los comercios es a veces llamativa, ya que los ajustes en muchos casos se hacen a ojo, a criterio del comerciante y al supuesto riesgo que quiera asumir al poner sus productos o servicios a la venta.
HAY ADEMÁS otra situación que puede modificar los precios de ciertos productos: aprovechar la necesidad de la gente en determinadas circunstancias especiales.
EN ESOS casos, simplemente se saca provecho con una completa falta de ética y solidaridad, muchas veces por ganar unos pesos adicionales que en poco y nada modificarán su situación.
EL RECIENTE temporal que azotó nuestra ciudad, con cortes de energía prolongados, generó la demanda, entre varias cosas, de agua mineral y velas.
EN ESE marco, muchos comerciantes llegaron a duplicar el valor de estos elementos, de manera descarada y sin escrúpulos.
SI BIEN la necesidad a veces hace que uno acepte pagar esos valores, es importante tener en claro quién es quién en esos momentos y actuar en consecuencia cuando la situación recupera su normalidad.
EL PODER del cliente es contundente cuando decide dejar de comprar en determinado comercio o no hacerlo a precios inadecuados.
ES LA herramienta que posee y debiera hacer valer en estas circunstancias.
ES CIERTO entonces, que la pulseada entre la oferta y la demanda determina hasta cierto punto el valor de los productos, pero también es posible que esa balanza se equilibre a partir de una postura firme y adecuada cuando lo que se presenta es claramente un abuso.