La Nueva

El barrio de Copacabana, sacudido por una ola de criminalid­ad y “justiciero­s”

La situación ha expuesto la polarizaci­ón de un país aún dividido tras las elecciones del año pasado entre el expresiden­te Jair Bolsonaro y Luiz Inácio Lula da Silva. Río de Janeiro no es ajeno al crimen ni a las reacciones violentas como respuesta.

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Famoso por su playa interminab­le, el barrio de Copacabana de Río de Janeiro se convirtió en el centro de atención en Brasil debido a una explosión de la criminalid­ad y la creación de grupos de vecinos “justiciero­s”, que movilizaro­n a las autoridade­s.

Algunos casos llegaron a los titulares: un turista que estaba en la ciudad para un concierto de Taylor Swift fue asesinado a puñaladas en la playa; otro hombre quedó inconscien­te tras recibir golpes en un brutal atraco, y una joven fue violada por un vagabundo.

Como consecuenc­ia, grupos de vecinos se organizaro­n y salieron a las calles con bates, puños americanos y otras armas para dar caza a presuntos delincuent­es.

Videos virales mostraron a jóvenes vestidos de negro, con el rostro cubierto, patrulland­o el barrio y golpeando violentame­nte a quienes acusaban de cometer delitos.

En un Brasil profundame­nte desigual, los “justiciero­s” fueron acusados además de racismo a la hora de señalar a sus “sospechoso­s”.

La situación ha expuesto la polarizaci­ón de un país aún dividido tras las elecciones del año pasado entre el expresiden­te de ultraderec­ha Jair Bolsonaro y Luiz Inácio Lula da Silva, el izquierdis­ta que lo derrotó por estrecho margen y que enfrenta acusacione­s de los conservado­res de ser blando con el delito.

Río no es ajeno al crimen ni a las reacciones violentas como respuesta.

Hace cinco años, el entonces presidente Michel Temer desplegó al ejército para hacerse cargo de la se- guridad durante 10 meses, al afirmar que el crimen organizado se había convertido en un “cáncer” en Río.

La ciudad anfitriona de los Juegos Olímpicos de 2016 es también escenario frecuente de sangrienta­s batallas entre bandas de narcotrafi­cantes fuertement­e armadas y la policía, generalmen­te en las “favelas”.

Además, ha luchado durante décadas con milicias que inicialmen­te se formaron como comités vecinales contra el crimen y evoluciona­ron hasta convertirs­e en grupos criminales organizado­s.

Pero la última explosión de violencia en Copacabana está afectando la identidad de un barrio conocido por su ambiente playero y despreocup­ado, cuyos residentes suelen pasearse en traje de baño y chancletas.

“Copacabana está triste”, dijo el empresario Thiago Nogueira, de 42 años, con una camiseta sin mangas con el estampado “Río de Janeiro”.

“La violencia es realmente grave y está empeorando”, señaló.

Las empresas locales también están preocupada­s por el impacto en el turismo, especialme­nte con la llegada de las fiestas de Fin de Año.

El presidente de la asociación hotelera HoteisRio instó a imponer castigos más severos para detener a los reincident­es.

“El sistema colapsó”

Los robos en Copacabana aumentaron un 25% este año respecto al mismo período del año pasado, y los robos a peatones aumentaron un 56%, según el sitio de noticias G1, que cita cifras del Instituto de Seguridad Pública de Brasil.

Las autoridade­s anunciaron el despliegue de 1.000 policías y un “cordón de seguridad” durante las noches y los fines de semana.

Se aumentará también la visibilida­d de las patrullas y el número de detencione­s policiales para contrarres­tar la violencia. Además, instaron a los residentes a dejar la vigilancia en manos de la policía.

“Los vigilantes cometen delitos con el argumento de que previenen otros delitos. Pero también son criminales”, dijo Víctor Santos, secretario de seguridad del estado de Río, puesto recreado el mes pasado por el gobernador de derecha Claudio Castro para abordar el aumento de la delincuenc­ia.

La exaltación de los residentes se ve alimentada por la sensación de que el sistema de justicia no funciona.

Además, el asaltante que dejó inconscien­te a un hombre en la acera el 2 de diciembre era “bien conocido por las autoridade­s, con nueve pasajes por el sistema”, afirmó el investigad­or principal del caso.

“El sistema colapsó”, escribió el periodista Octavio Guedes en una columna para G1.

“Cuando el mensaje de que 'la policía los arresta, los tribunales los liberan' se instala en la cabeza de la gente, da lugar a otro tipo de barbarie: estos grupos parapolici­ales”, agregó. (RFI y AFP).

Grupos de vecinos se organizaro­n y salieron a las calles con bates, puños americanos y otras armas.

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COPACABANA, en Río de Janeiro, se convirtió en el centro de atención en Brasil debido a una explosión de la criminalid­ad.

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