La Nueva

Obras en altura: las redes respondier­on y, esta vez, la prevención tuvo sus frutos

Por ordenanza del Concejo Deliberant­e, los edificios deben estar envueltos para cumplir determinad­as condicione­s en cuanto a su calidad y colocación para evitar eventuales caídas de objetos. Funcionó en el caso extremo del sábado 16.

- Mario Minervino mminervino@lanueva.com

Las tragedias debieran dejar siempre una enseñanza, un alerta, un despertar de los sentidos a la ejecución de determinad­as obras o a la implementa­ción de cuidados para que, en caso de repetirse circunstan­cias similares, las consecuenc­ias no sean las mismas.

La referencia es a la prevención y a la actitud de tomar recaudos a partir de un hecho, que se pudo haber evitado, y anticipars­e a futuras consecuenc­ias indeseadas.

El temporal del pasado sábado 16 en nuestra ciudad mostró, al menos, una medida preventiva que tuvo resultado positivo y que disminuyó los daños que podría haber generado de haberse mantenido las condicione­s anteriores.

El caso se verificó en las obras en construcci­ón, sobretodo en edificios en altura, las cuales se multiplica­n en toda la ciudad en distintas etapas de ejecución y que conforman un elemento de riesgo, tanto para los trabajador­es como para los ocasionale­s caminantes, debido a la cantidad de elementos sueltos que suele haber en sus pisos.

Paso a paso

En noviembre del año 2020, el Concejo Deliberant­e local sancionó una ordenanza buscando mejorar las condicione­s de seguridad de estas obras.

Lo hizo a partir del fatal accidente sufrido en noviembre de 2019 por Mónica Haring (57), quien resultó impactada por una madera que cayó de un edificio en calle Gorriti al 100. En 2013 había sucedido algo similar, cuando un tirante salió despedido de un piso —en altura— de calle Brandsen y San Martín e impactó en la cabeza de un ciclista.

En ese contexto hubo un trabajo conjunto de funcio- narios, colegios, empresas constructo­ras y profesiona­les de la construcci­ón para mejorar la seguridad asumiendo “que el trabajo en altura trae aparejado riesgos de caída de objetos”.

Las condicione­s climáticas locales —donde el vien

En el caso de la construcci­ón, cualquier intervenci­ón preventiva jamás debe ser pensada como un gasto que se debe evitar.

to es protagonis­ta permanente— aumenta claramente esas posibilida­des.

Luego de un período corto de trabajo se adecuó y actualizó la normativa existente, establecie­ndo la obligatori­edad de colocar vallas, pantallas de protección, pantallas móviles y proteccion­es por pisos.

A partir de entonces, los edificios en altura deben estar envueltos con una red, cumpliendo determinad­as condicione­s en cuanto a su calidad y colocación, de modo de cubrir “todas las posibles trayectori­as de caídas con una resistenci­a adecuada a las cargas a soportar”.

La lectura

El ingeniero Ariel Arias, titular de la empresa Benedictin­o, coincidió en señalar el buen funcionami­ento de ese sistema.

“Siempre queda algo arriba de las losas: maderas, recortes de chapa, un casco, una herramient­a. Con el temporal no vimos que haya caído algo. Funcionaro­n muy bien las redes; incluso, con un viento que en algunos casos torció parte de las pantallas”.

En similares términos se manifestó el ingeniero Pablo Ascolani, directivo del Colegio de Ingenieros.

“He visto algunos edificios donde se desacomodó un poco esa protección, pero así y todo trabajó muy bien. Nosotros no tuvimos denuncias de que hayan caído materiales a la calle o en casa de vecinos. Incluso, con ráfagas donde un material suelto podía haber superado cualquier obstáculo. Eso no pasó”.

“Sin dudas, las redes han ayudado muchísimo. De no haber estado hubiese habido, segurament­e, una importante caída de elementos, con todo el riesgo que eso implica”, señala el ingeniero Horacio Fioritti, especialis­ta en Seguridad e Higiene.

Por último, el ingeniero Daniel Galak —de la firma Galak- Wassserman— reconoce que “gracias a las redes las consecuenc­ias no fueron peores”, más allá de que se trató de un fenómeno inusitado capaz de superar cualquier protección. “Las consecuenc­ias podrían haber sido mucho peor”, aseveró.

La moraleja es que toda intervenci­ón preventiva jamás debe ser pensada como un gasto que se debe evitar, sino que, claramente, se trata de una inversión a favor de la salud pública.

En el caso de la construcci­ón se trató de una adecuación simple, una modalidad que ya tenía un uso probado en otras ciudades y a través de una normativa que se cumple con adecuada regularida­d.

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FOTOS: EMMANUEL BRIANE-LA NUEVA. LOS TRABAJOS para evitar la caída de elementos en altura disminuyer­on los daños que se podrían haber generado.
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SE TRATA de una nueva escenograf­ía en las obras de altura.

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