Una combinación inadecuada
uatro de cada diez bebés consumen leche de vaca antes del año de vida, algo está contraindicado por “su composición nutricional inadecuada para esa etapa”, informó el Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (Cepea) al presentar los resultados de una investigación sobre la alimentación de niñas y niños de entre 6 y 12 meses.
“Los patrones alimentarios adecuados durante la primera infancia, además de contribuir al crecimiento saludable y al desarrollo del sistema inmunológico, son claves en la prevención de enfermedades crónicas futuras”, dijo el director de Cepea, Sergio Britos.
Y completó: “Por eso, dada la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición, nos parecía relevante trazar un buen diagnóstico acerca de cómo las familias están estructurando los patrones alimentarios de los niños/ as pequeños/as en tiempo en que incluso está en vigencia la Ley de los 1.000 días”.
El estudio mostró que, en Argentina, “la dieta en esa etapa de la vida, en promedio, está por encima de lo recomendado en aporte de proteínas y sodio, y por debajo en ácidos grasos omega-3 (esencial), zinc y hierro”.
Esta investigación se basó en los datos de la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, y halló que “los excesos y déficits de la dieta son más pronunciados en quienes abandonan la lactancia materna y consumen leche de vaca, que está contraindicada en esa etapa preci- samente por la sobrecarga de algunos nutrientes en ese momento del desarrollo de los niños y niñas”, explicaron.
Una de las principales conclusiones del estudio es que sostener la lactancia materna y una incorporación de alimentos complementarios más adecuados son claves en la nutrición
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La combinación de leche de vaca y una alimentación complementaria inadecuada son factores “determinantes” de ingesta elevada de calorías.
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También de grasas, azúcares y sodio. Y además, la ingesta elevada de proteínas, que puede representar una mayor carga renal, dicen los especialistas.
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A su vez, esa combinación genera un riesgo aumentado de obesidad a largo plazo, baja ingesta de vitamina D y ácidos omega-3 y baja ingesta de zinc.
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Para los niños que no reciban lactancia materna, la opción debe ser una fórmula que presente un perfil nutricional superior a la leche de vaca.