La Nueva

“¡Va el demonio!”

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Los congresale­s comprenden que deben actuar sin más dilaciones: deben preparar la declaració­n de la Independen­cia y designar a un nuevo director supremo que no esté inmerso en la lucha faccional. En la misma carta antes citada, San Martín le escribe al diputado cuyano: “¡Hasta cuándo esperaremo­s declarar nuestra independen­cia! ¿No le parece a usted una cosa bien ridícula, acuñar moneda, tener el pabellón y cocarda nacional y por último hacer la guerra al soberano de quien en el día se cree dependemos? ¿Qué nos falta para decirlo? Por otra parte, ¿qué relaciones podremos emprender cuando estamos a punto? Los enemigos (y con mucha razón) nos tratan de insurgente­s pues nos declaramos vasallos. Esté usted seguro que nadie nos auxiliará en tal situación, y, por otra parte, el sistema ganaría un 50 por ciento con tal paso. Ánimo, que para los hombres de coraje se han hecho las empresas. Veamos claro, mi amigo, si no se hace, el congreso es nulo en todas sus partes porque resumiendo éste la soberanía, es una usurpación que se hace al que se cree verdadero, es decir, a Fernandito”.

La independen­cia

El 3 de mayo los congresale­s –con el apoyo de San

Martín y Güemes, cuya posición fue decisiva– eligen a Pueyrredón. El nuevo director viaja a Salta y Jujuy pocos días después y constata la situación calamitosa del Ejército Auxiliar: ordena un repliegue hacia Tucumán y confirma a Güemes como dueño del teatro

“A más de las cuatrocien­tas frazadas remitidas de Córdoba, van ahora quinientos ponchos, únicos que se han podido encontrar; están con repetición libradas órdenes a Córdoba para que se compren las que faltan al completo, librando su costo contra estas cajas.

Está dada la orden más terminante al gobernador intendente para que haga regresar todos los arreos de mulas de esa ciudad y de la de San Juan; cuidaré su cumplimien­to.

[...] Está dada la orden para que se remitan a usted las mil arrobas de charqui que me pide para mediados de diciembre; se hará.

Van todos los vestuarios pedidos y muchas más camisas. Si por casualidad faltasen de Córdoba en remitir las frazadas, toque usted el arbitrio de un donativo de frazadas, ponchos o mantas viejas de ese de operacione­s.

El 9 de julio se jura la independen­cia en Tucumán. La declaració­n es, de hecho, una declaració­n de guerra al estado español. Tres días después Pueyrredón llega a Córdoba para reunirse con San Martín. Durante una semana precisan vecindario y el de San Juan; no hay casa que no pueda desprender­se sin perjuicio de una manta vieja, es menester pordiosear cuando no hay otro remedio.

Van cuatrocien­tos recados. la estrategia de la guerra continenta­l. Comienza una carrera contra el tiempo para organizar al Ejército de los Andes y lograr su abastecimi­ento y financiaci­ón en los plazos requeridos. El cruce debe hacerse durante el siguiente verano o se pierde un

El gobierno directoria­l de Juan Martín de Pueyrredón es un intento por conciliar los diversos intereses:

Van hoy por el correo en un cajoncito los dos únicos clarines que se han encontrado.

En enero de este año se han remitido a usted 1.389 arrobas de charqui. año precioso. “Mi viaje a Córdoba –escribe San Martín– y mi entrevista con Pueyrredón han sido del

Van doscientos sables de repuesto que me pidió.

Van doscientas tiendas de campaña o pabellones, y no hay más. Va el mundo. Va el demonio.

Va la carne.

Y no sé yo cómo me irá con las trampas en que quedo para pagarlo todo a bien que, en quebrando, cancelo cuentas con todos y me voy yo también para que usted me dé algo del charqui que le mando y ¡carajo! No me vuelva a pedir más, si no quiere recibir la noticia de que he amanecido ahorcado en un tirante de la Fortaleza.”

Para financiar la empresa, San Martín extrae de las arcas de los comerciant­es de la región. Para ello modifica el régimen tributario de la gobernació­n e impone un impuesto directo sobre los capitales y el consumo de carne. Alienta a que se realicen todo tipo de donaciones ya que casi todo es útil y toma medidas drásticas, como la disminució­n de sueldos para los empleados públicos. mayor interés a la causa y creo que ya se procederá en todo sin estar sujetos a oscilacion­es políticas que tanto nos han perjudicad­o.”

La seguridad proviene de que en esa reunión se ha reactivado la Logia Lautaro cuyo nombre no es casual que refiera a un cacique araucano. Lautaro “es una palabra intenciona­damente simbólica y masónica, dice Vicente F. López, cuyo significad­o específico no era ‘guerra a España’ sino ‘expedición a Chile’, secreto que solo se revelaba a los iniciados”.

El papel de Pueyrredón

El gobierno directoria­l de Pueyrredón es un intento por conciliar los diversos intereses: preservar la jefatura política porteña, atender a las demandas de las provincias y dar respuesta al tema decisivo, la campaña libertador­a que prepara San Martín en Mendoza. Solo pudo dar respuesta positiva a este último aspecto, para los otros dos resultó un intento tardío. El esfuerzo realizado por Pueyrredón en Buenos Aires fue importante. Su misiva al Libertador del 2 de noviembre, expresa de modo significat­ivo el compromiso del director supremo en el apoyo de la campaña sanmartini­ana y la rapidez con que encaró su tarea. (Véase “¡Va el demonio!”).

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Juan Martín de Pueyrredón

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