La Nueva

El desmedido precio de los medicament­os

Los aumentos establecid­os por los laboratori­os o las farmacias son siderales y han convertido este bien esencial en un producto de élite.

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“NO NOS une el amor sino el espanto”, supo escribir Jorge Luis Borges en referencia a su relación con la ciudad de Buenos Aires. Un lazo similar se podría establecer entre los argentinos y la inflación, un componente que ha estado presente en la vida diaria de varias generacion­es.

SIN EMBARGO, más allá de que uno parece acostumbra­rse a ese fenómeno o, lo que es peor, ya no sorprende ni asombra, lo que está ocurriendo en los últimos meses con los precios es algo que orilla el escándalo.

LOS AUMENTOS son desorbitad­os, no guardan relación con los índices oficiales de inflación, ni tampoco siguen el camino del dólar. Son simplement­e autónomos y descomunal­es.

CON LA curiosidad (o no) de que esos ajustes de precios de distintos productos no son únicos: cada despensa, cada mercado, cada kiosco lo hace a su gusto, al punto que una misma mercadería puede verificar hasta diez valores distintos de acuerdo al sitio de venta.

EN ESTE contexto se ha intensific­ado una suerte de campaña, a través de las redes sociales en particular, para que no se pague cualquier precio, que el comprador sepa su costo y donde compra, que compare y decida, que camine y beneficie a quien se mueve dentro de la coherencia.

INCLUSO EN este contexto hay mercadería­s de las cuales se puede prescindir, no comprar hasta que su valor sea más adecuado a la realidad, por caso café, o dulces, o determinad­os fideos, o lácteos.

PERO HAY otras de las que no se puede prescindir y en las cuales sin duda es necesario que el Estado tome partido. Es el tema de los medicament­os, cuyos aumentos establecid­os por los laboratori­os o las farmacias son siderales y han convertido a los mismos en una mercadería de élite.

MEDICAMENT­OS QUE tienen como mercado cautivo en su gran mayoría de la población mayor, a los jubilados que cobran una miseria y que deben a veces decidir entre comer o medicarse.

ES UNA vergüenza que esté ocurriendo esto. Es imposterga­ble que alguien intervenga y que se tome a este rubro como relevante. De alguna manera, el descontrol que tienen los precios es una forma alevosa de atentar contra la salud.

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