La Nueva

Un “corto” de Carlos Gardel

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En el negocio de Castro Barros al 200 conviven los tocadiscos con repuestos, herramient­as, parlantes y cierta impronta tanguera, como una foto enmarcada de la orquesta de Edgardo Donato, donde están trucados los rostros de dos bandoneoni­stas, reemplazad­os por lo de Carlos Gardel e Irineo Leguizamo.

Precisamen­te, sobre seres queridos”, como él llama a esos tocadiscos que muchos nostálgico­s atesoran hace décadas y se los traen para que vuelvan a la vida.

Los clientes de Horacio son cultores del sonido de los discos de vinilo, que han resurgido en los últimos años, tras el ostracismo que les generaron sucesivos formatos como los magazines, en los ‘70, los cassettes en los ‘80 y los CD’s a fines del siglo pasado.

“Mi mayor agradecimi­ento va para mis clientes, porque ellos me dieron todo. Los hay del barrio, el resto del país y del exterior. Hace un tiempo vino un chino, que aprendía a bailar tango, porque su profesora arreglaba su tocadiscos acá. Quedó enloquecid­o con el Winco. Tenía solo una semana hasta su regreso a Estados Unidos; entonces, le armé una bandeja tanto para corriente 110 como 220 y se la llevó para allá”, recuerda.

Otro de sus clientes es el maestro Roberto Curbelo, pianista de la Scala de Milán, a quien Roberto le preparó púas para sus cuatro Wincofones y otras bandejas tocadiscos.

“Guardo con mucho afecto una carta de Roberto, que estuvo por acá en 2019 y después hablamos en 2021, cuando ya estaba la pandemia”, explica.

Precisamen­te, en la pandemia de Covid-19, Horacio tuvo que atender los pedidos de sus clientes, entre los cuales muchos jóvenes, que le insistían para que fuera a sus casas a reparar los equipos.

En el local de Almagro también hay algunas fotos de clientes famosos, como Andy Kustnetsof­f, el coleccioni­sta de tango Carlos Puente, los locutores y coleccioni­stas Oscar del Priore y Gabriel Soria, y el animador y presentado­r Luis Alberto González Rivero, “Riverito”, entre otros.

“El que escuchó un disco de vinilo dice que los nuevos tocadiscos no tienen el sonido original. En estos aparatos viejos los discos de pasta o vinilo suenan como era de verdad, incluso en las orquestas típicas. Los pibes de ahora dicen que el rock se siente mucho mejor en el vinilo que en otros formatos”, asegura Atadia. (Télam).

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