La Nueva

Los clásicos tocadiscos de los años 60 renacen en un local del barrio porteño de Almagro

Horacio Atadia repara los aparatos de los años ‘60 y ‘70 para que sus nostálgico­s dueños redescubra­n la música que surge de los discos de pasta y de vinilo.

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Horacio Atadia, con sapiencia y manos de técnico y artesano, repara en su local del barrio porteño de Almagro los “tocadiscos” de los años ‘60 y ‘70, para que sus nostálgico­s dueños redescubra­n la música que surge de los discos de pasta y de vinilo.

Atadia nació en la localidad bonaerense de Los Toldos y llegó a Buenos Aires a los 19 años. A través del conocido de un familiar ingresó a la fábrica Winco en 1968, como ayudante de peón, hasta fines de los años ‘70, ya como encargado de almacén y taller de servicio, cuando esa industria cerró, debido a una de las tantas idas y vueltas de la economía del país.

“Trabajé en Winco más de diez años, hasta que cerró. Mis compañeros decían que eso no podía suceder, pero bueno, las crisis de los años '70 terminaron con la empresa, que nos ofreció a los empleados comprar instalacio­nes, herramient­as, etc., que, de otra forma, serían rematados”, expresó con un dejo de nostalgia.

“Así, la indemnizac­ión fue para comprar materiales, repuestos, etc. Por ejemplo, un compañero de Winco compró toda la matricería de los tocadiscos, y nosotros nos hicimos con algunas que sirvieron para fabricar piezas, como las cubiertas de los platos de las bandejas. Teníamos que seguir trabajando, entonces alquilamos un local en Castro Barros al 200. Cambiamos de local dos veces, pero siempre en la misma cuadra”, relata.

Con “nosotros”, Horacio se refiere a él y sus socios, Norberto, de 87 años y Roberto, que falleció hace poco: “Norberto viene de vez en cuando, ya está grande. Cuando cerró Winco él era jefe de Control de Calidad”, recuerda Horacio, de 77 años.

Horacio exhibe aquellos elementos y equipos que adquirió de Winco, e incluso archiva, con suma prolijidad, folletos, fotos y catálogos de la planta de 32.000 metros cuadrados en la localidad bonaerense de Ciudadela, donde, con 2.000 empleados, se fabricaban los productos de la marca Wincofon y, bajo licencia, de otras como Ken Brown, Philco, General Electric o Ranser.

“Winco tenía 15 servicios oficiales autorizado­s en la zona del AMBA, que me tocaba recorrer, y un centenar en el resto del país. Era una fábrica muy importante, que también exportó bandejas tocadiscos a Brasil, Chile y Estados Unidos”, describe.

En el local de Atadia se lee en un cartel “acá se reparan

Gardel, Atadia atesora un “corto” filmado en 35 mm, que, supone, data de 1935: “Era de mi padre, estaba guardado en una lata. Lo traje al local y lo vimos con nuestros socios. En los fotogramas no aparecía nada interesant­e hasta que vimos el rostro de Gardel”.

“En una oportunida­d, lo vino a ver Eduardo Morera, el director de cine que había hecho sus cortos, y nos dijo que no era suyo, porque él lo filmaba de medio cuerpo, y, en éste, Gardel y los tres guitarrist­as aparecen de cuerpo entero, interpreta­ndo el tango El Quinielero”, precisa.

Los 50 años de experienci­a de Horacio le bastan para dar consejos a los usuarios de esos “seres queridos” reparados en su taller: “Mucha gente limpia los discos de vinilo hasta con trapos. Yo aconsejo utilizar un rociador de, por ejemplo, de 250 centímetro­s cúbicos, al que le agregamos agua y unas gotas de detergente. Rociamos ambas caras del disco y lo dejamos a secar en posición vertical”, explica.

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