La proeza de Los Andes y el plan de independencia continental
El trabajo de espionaje previo desplegado por San Martín fue cuidadoso y le rindió excelentes frutos.
nero era “el mes” en el que sí o sí debía concretarse el cruce los Andes. Por el clima y los clásicos deshielos, en primer lugar, pero también porque los tiempos políticos y los hechos de Europa presionaban agilizar el plan combinado por San Martín, Zapiola y O´Higgins en el sur del continente con Bolívar y Sucre, como jefes en el norte.
EEspionaje, preparativos y decretos
El trabajo de espionaje desplegado por San Martín fue cuidadoso y le rindió excelentes frutos. No estuvo, como es usual en esta actividad, exento de rasgos humorísticos. Su primera red de espías es la que estaba en Chile.
El general Mariano Osorio se servía de carteros que le remitían informes desde Mendoza, pero San Martín logró reconocerlos y capturarlos. Uno de los más destacados, el fraile franciscano Bernardo García fue descubierto incluso antes de partir de Santiago.
Tomado preso en Mendoza fue sentenciado a muerte. La amenaza surtió su efecto y el cura entregó las comunicaciones que escondía en el forro de su capa. Los cuatro destinatarios fueron llamados uno a uno y, aterrados por la posibilidad de sufrir la pena capital, aceptaron firmar envíos mentirosos a Osorio. Los envíos de los corresponsales eran llevados a Chile por agentes dobles que traían de vuelta documentos e instrucciones esponer pañolas secretas... que iban a parar a la oficina de don José.
El caso de Pedro Vargas merece citarse especialmente. Convencido por San Martín se hizo pasar públicamente por realista cerril. Fue encarcelado, engrillado, condenado a pagar fuertes contribuciones y confinado en San Juan y San Luis, simulaciones tan “veraces” que llegaron a en riesgo su matrimonio. Osorio fue reemplazado por Francisco Casimiro Marcó del Pont. El nuevo presidente fue también completamente engañado.
Vargas se ganó la confianza de un acaudalado español, Felipe Castillo Albo, un hombre de la absoluta confianza de del Pont. Vargas y Castillo intercambiaban esquelas y San Martín cortaba cuidadosamente las firmas de Castillo. El jefe patriota escribía él mismo informes para Marcó, que acompañaba de esas firmas recortadas. En ellas le aclaraba que las hacía escribir por otros para que no le identificaran la letra y que la firma volante era para cuidar su seguridad. Para colmo el servicio le resultaba gratuito dada “su triste situación y la de la señora en cuya casa se alojaba no le permitían gratificar al conductor y rogaba se hiciese en Santiago de Chile”.
Entre muchos datos más o menos ciertos, este sistema convenció al español de que el ataque central sería por el sur porque confirmaba que “destacamentos de la cordillera y numerosas cargas de cajones cuyo contenido se ignoraba” iban para ese rumbo. San Martín se permitió el lujo de confirmar al jefe enemigo la fecha en que produciría el cruce... solo que con una pequeña distancia de 300 kilómetros. Los informes decían que la campaña saldría mal, entre otras cosas, por “la desesperación que acompaña a estas gentes y el carácter arrojado de este jefe [que] les hace hacer esfuerzos que no están en las esferas de sus fuerzas”.
José de San Martín se permitió el lujo de confirmar al jefe enemigo la fecha en que produciría el cruce de los Andes.
Fray Luis Beltrán, el todoterreno
¿Podrían resolverse los innumerables problemas