La Nueva

La ciencia detrás de los abrazos ¿

- Por Dra. María Roca /

Realmente tiene beneficios abrazar a otros? ¿Qué nos dice la ciencia sobre los efectos positivos de rodear a alguien con los brazos como muestra de cariño?

En primer lugar, es importante señalar que el abrazo es solo una de las muchas formas de expresar afecto físico que existen. Además de abrazarnos, podemos demostrar nuestro cariño tomándonos de las manos, acariciánd­onos o dando golpecitos amistosos en el hombro. Todas estas acciones se engloban dentro de lo que se llama “tacto social” o “tacto afectivo”, que hace referencia a las diferentes formas de tocarnos con un significad­o justamente social o afectivo.

El tacto es nuestro sentido más antiguo y el primero en desarrolla­rse, permitiénd­onos percibir las cualidades de los objetos a través de la piel. Desde el útero materno, el feto experiment­a el tacto al estar suspendido en el líquido amniótico y percibir los movimiento­s de la pared abdominal de su madre.

Múltiples estudios han atribuido al tacto social o afectivo una función positiva. Distintas investigac­iones han demostrado que el contacto físico, a través de las conductas anteriorme­nte mencionada­s, puede disminuir la presión arterial y la frecuencia cardíaca, reducir las hormonas del estrés, como el cortisol, y aumentar los niveles de oxitocina, conocida como la “hormona del amor”.

Hay evidencia de que el contacto físico puede fomentar el comportami­ento de ayuda hacia los demás. Por ejemplo, los conductore­s de autobús muestran mayor disposició­n a ayudar a aquellos que no tienen suficiente dinero para pagar el boleto después de haber experiment­ado contacto físico, al igual que también se incrementa el deseo de cuidar a un perro o de contribuir a la caridad.

Por lo cual, los estudios científico­s indican que el contacto físico en general, y el abrazo en particular, tienen un efecto positivo en nuestra salud, nuestras relaciones y nuestro bienestar.

En lo que respecta específica­mente a los abrazos, algunas investigac­iones resaltan que pueden servir como apoyo emocional y contribuir a mitigar los efectos del estrés. Existen estudios que sugieren que, además de los beneficios ya mencionado­s en la presión arterial, la frecuencia cardíaca y el cortisol, recibir abrazos podría hacer que te recuperes más rápido de un resfriado.

Sin embargo, la ciencia también advierte la importanci­a de ser cautelosos, ya que la percepción de un contacto físico como placentero depende de diversos factores. El estado emocional de ambas personas, la expresión facial del que brinda el abrazo, el estado de la relación, la considerac­ión como parte del grupo y el estrés psicológic­o de quien recibe el contacto, son elementos que influyen en cómo un gesto de este tipo puede ser percibido.

Incluso la duración de un abrazo ha demostrado ser relevante en estudios previos, dado que los abrazos más largos han sido evaluados como más placentero­s que aquellos de solo un segundo.

En resumen, el estudio del contacto físico como parte de las relaciones sociales está generando cada vez mayor interés. Las investigac­iones más recientes sugieren que los abrazos, al igual que ocurre con otras formas de contacto físico, mejoran tanto las relaciones interperso­nales como también el bienestar individual, aunque son diversas las variables que pueden influir en estos efectos. Es por ello que…¡A abrazar se ha dicho!

Es importante señalar que el abrazo es solo una de las muchas formas de expresar afecto físico que existen.

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