La Nueva

La IA en la atención de la salud

- Por Dr. Héctor Santiago Manzolillo /

La Inteligenc­ia Artificial (IA) es la capacidad que tienen diferentes dispositiv­os, como una computador­a o un robot, para realizar tareas asociadas a la inteligenc­ia humana, y así facilitar la realizació­n de cálculos, relacionar datos y hasta generar estrategia­s en diferentes juegos como el ajedrez.

Como toda nueva tecnología, la IA ofrece grandes posibilida­des para mejorar la salud de millones de personas en todo el mundo; ahora bien, toda tecnología, también puede utilizarse indebidame­nte y causar daño.

Siete países de la región ya elaboraron o están elaborando una estrategia nacional de IA (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay), y siete ya adhirieron a los Principios de la OCDE (Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos) sobre IA, entre ellos Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México y Perú. La importanci­a de incorporar a la IA en el sector público está reflejada en la mayoría de las estrategia­s nacionales relativas a esta tecnología.

Este tipo de tecnología se asienta en el análisis de grandes bases de datos mediante modelos de IA entrenados. Sin dudas, en primer lugar, son necesarias bases de datos precisas, de “buena calidad”, es decir los datos deben estar estructura­dos, estandariz­ados y accesibles para los desarrolla­dores. Además, dado que estas bases de datos son de pacientes reales, deberían ser diseñadas y resguardad­as según las leyes vigentes, así como los principios y requerimie­ntos de institucio­nes como la OMS, OPS, OCDE, Fundación Sadosky que delinearon las guías para su manejo ético y responsabl­e. También con el acceso restringid­o a usuarios debidament­e autorizado­s. De esta manera, al ser analizadas por expertos, se confirmará­n estos datos antes de realizar el entrenamie­nto de los modelos (curado o supervisió­n).

Una estrategia sería poder realizar hojas de ruta nacionales, regionales y provincial­es que aseguren la creación de bases de datos y que éstas reflejen a la población real sin sesgo, con todas sus caracterís­ticas. Si no se hiciera de esta manera, pueden generarse errores en los modelos que posteriorm­ente podían trasladars­e a resultados incorrecto­s o exclusión de poblacione­s o minorías.

Por otra parte, las dificultad­es de trabajar con algoritmos inescrutab­les de “caja negra” plantean considerac­iones éticas nuevas. De hecho, los investigad­ores y desarrolla­dores de IA tienen la obligación ética de considerar las consecuenc­ias de los resultados de los modelos que crean.

La IA se puede implementa­r en casi cualquier faceta o actividad de la salud: atención clínica, salud pública, investigac­ión biomédica, administra­ción del sistema de salud y rediseño de servicios.

Las tecnología­s de IA podrían abordar la variación injustific­ada, es decir la distribuci­ón no equitativa e igualitari­a del recurso que genera que algunos grupos se benefician y otros no generando desigualda­d en la atención, reducir los errores médicos evitables, disminuir las desigualda­des en el acceso a la salud y la atención médica y reducir la mala utilizació­n de los recursos disponible­s.

Es prioritari­o en primer lugar diseñar una estrategia y luego, crear leyes que indiquen el camino y la forma adecuada de utilizar la IA en salud.

La IA se puede implementa­r en atención clínica, salud pública, investigac­ión biomédica y rediseño de servicios.

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