Polémica por los aviones que “cortan” el granizo: piden analizar el impacto ambiental
Científicos advierten sobre la falta de evidencia respecto a la efectividad de esta técnica para mitigar este fenómeno climático que sólo en Mendoza funciona bajo legislación.
Científicos advierten la falta de evidencia respecto a la efectividad y el impacto ambiental que puede ocasionar el uso sostenido de aviones y cañones “antigranizo”, una técnica para mitigar este fenómeno climático que sólo en Mendoza funciona bajo legislación, pero que comunidades rurales denuncian su utilización también en San Juan, San Luis, La Rioja y Córdoba y aseguran que “disipan la lluvia” y profundizan el contexto de sequía en estos territorios.
La práctica es conocida como “siembra de nubes” y supone inyectar yoduro de plata en las nubes de tormenta con el objetivo de reducir el tamaño del granizo, hasta el punto incluso de derretirse antes de caer al suelo, y evitar así los daños que puede provocar especialmente en zonas productivas.
Las inyecciones de este químico se realizan a través de cañones y bengalas que operan desde tierra o por vía aérea mediante aviones.
En las últimas semanas, productores ganaderos y pobladores rurales de distintas provincias del cen- tro y oeste del país reavivaron con fuerza un reclamo que lleva más de 20 años contra la utilización de estas técnicas, al asegurar que “terminan dispersando las nubes” e impiden que llueva en un contexto de sequía y crisis hídrica, según declararon a medios provinciales.
Eldo Ávila, experto en Física de la Atmósfera de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), sostuvo que “no se encuentran casos en que oficialmente se utilice esta técnica para inhibir tormentas pero bien puede ser que, al tratar de mitigar el granizo, se afecte a la lluvia secundariamente si se usa este producto en exceso y sin control”.
“La modificación artificial de eventos meteorológicos es posible y se hace desde hace décadas para frenar el granizo, producir lluvia en lugares donde no llueve o nieve en mayor cantidad, como hacen en Chile”, sostuvo el también investigador del Conicet.
Sin embargo, alertó que “introducir modificaciones artificiales siempre trae consecuencias y el problema es que nadie sabe cabalmente cuál es el efecto a largo plazo de esto”.
En Argentina, el gobierno provincial de Mendoza, una de las zonas más propensas al granizo del mundo, comenzó ya en 1959 a experimentar distintos métodos para mitigar este fenómeno climático que supone uno de los peligros más dañinos para los oasis agrícolas de ese territorio.
El Sistema Integral de Lucha Antigranizo, implementado por la Dirección de Contingencias Climáticas mendocina, destinó este año una inversión de siete mil millones de pesos en aviones y bengalas, según fuentes oficiales.
Respecto a las dudas planteadas en torno a este sistema, el ministro de Producción mendocino, Rodolfo Vargas Arizu, expresó que se trata de “una creencia popular” y argumentó que “es una siembra de yoduro de plata para achicar granizo y de última hacer llover en un lugar en el que no iba a llover, pero no podés desplazar tormentas”.
Negar la eficacia de estas técnicas, aseguró, “es como decir que la tierra es plana y no es redonda”.
“Sin embargo, la Organización Meteorológica Mundial resalta la falta de evidencia científica que posee la siembra de nubes para la reducción del granizo, cuyos resultados no han podido demostrar un efecto estadísticamente significativo”, sostuvo Juan Rivera, doctor en Ciencias de la Atmósfera y de los Océanos del Programa Regional de Meteorología del Conicet.
En el marco de la Ley provincial 7334, el gobierno mendocino debe evaluar cada 30 días la efectividad y los impactos del sistema antigranizo.
“No se sabe si esos informes se hacen, con qué datos o qué herramientas estadísticas utilizan, pero el sistema continúa funcionando a pesar de los constantes daños generados por el granizo que supuestamente se está mitigando”, apuntó el científico, quien instó a apostar por “la colocación de malla antigranizo para proteger los cultivos” y la adquisición de nuevas tecnologías que “permitirán conocer mejor desde el aspecto científico el desarrollo del granizo destructivo”.
En el resto del mundo, a partir de “la imposibilidad de demostrar estadísticamente su efectividad”, el sistema antigranizo es cada vez menos utilizado y atrás quedaron sus años de auge ligados a grandes experimentos en las décadas de 1970 y 1980.