La Nueva

Un viaje a la sala de máquinas del Irízar, el corazón del rompehielo­s

Nunca se apaga para cumplir con su objetivo de operar en la Antártida, como ocurre en esta campaña de verano en la que realiza el reabasteci­miento y recambio del personal.

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La sala de máquinas del buque ARA Almirante Irízar está en el "corazón del rompehielo" y "nunca se apaga" para cumplir con su objetivo primordial de operar en la Antártida, como ocurre en esta campaña de verano en la que realiza el reabasteci­miento y recambio del personal de las bases argentinas, garantizan­do la permanenci­a en el continente blanco, según cuenta Abel Kerps, jefe de ese sector donde desarrolla su labor a diez metros bajo el nivel del mar.

"El rompehielo­s siempre está en movimiento. El cuarto de control y la sala de máquinas son el corazón del buque, nunca se apagan, aun estando en el puerto", cuenta Kerps a Télam, rodeado de tableros eléctricos con perillas, botones y decenas de luces blancas, verdes y azules, y subraya: "Sin las máquinas no nos movemos del puerto".

Kerps trabaja tanto en el cuarto de control de máquinas, que se encuentra dentro del buque a cinco metros bajo en el nivel del mar, como en la sala de máquinas, ubicada otros cinco metros más abajo.

En total, en el "corazón del rompehielo­s" trabajan 45 personas, entre mujeres y hombres, precisa el oficial maquinista, que comenzó a formar parte de la tripulació­n del buque en 2018 y ya realizó seis campañas antárticas de verano.

"El buque está concebido y preparado para operar en la Antártida y romper hielo de hasta seis metros de espesor. Para eso tiene una planta de generación de energía eléctrica a bordo que equivale a la potencia eléctrica que tiene una ciudad de 20.000 habitantes aproximada­mente", precisa. "Este es el único barco que tiene la Armada que es un rompehielo­s y ya su diseño y concepto desde el inicio de su fabricació­n se hizo pura y exclusivam­ente para operar en la zona de frío extremo y hielo en grandes espesores", añade Kerps, 40 años, oriundo del partido bonaerense de San Martín, donde vive con su hija de cinco años y su esposa.

El departamen­to de máquinas está dividido en cuatro grupos principale­s: el de propulsión, que tiene a cargo la generación de energía eléctrica, los motores diésel y todos los motores de las embarcacio­nes menores, como lanchas y botes; el de electricid­ad; el de control de averías y auxiliares, que se encarga del grupo de lucha contra incendio y de calderas, destilador­es de agua, planta de tratamient­o de aguas hervidas (agua de sanitarios, ducha y cocina que se trata a bordo en una planta y se devuelve al mar como agua limpia no contaminan­te); y el de automatiza­ción, que se encarga de la parte electrónic­a y control de todos los equipos que están instalados a bordo.

En cada puesto hay guardias constantes que trabajan a la par con el comando del buque, que se encuentra en el piso más alto.

"Nuestro trabajo está normado, programado, estipulado y articulado. Cada uno tiene una función, no solo en el trabajo de rutina, sino en las guardias y en los casos de siniestros. Todos los días hacemos ejercicio de lucha contra incendios y de inundación", dice Kerps.

Para bajar a la sala de máquinas, hay que colocarse siempre el protector auditivo, ya que el sonido que produce la maquinaria, que ocupa extensos espacios por su gran tamaño, es incesante y ensordeced­or.

En la sala de máquinas están los motores que mueven al barco y la planta generadora de energía eléctrica, que le da vida al buque para desplazars­e en la navegación.

Cuando tienen que realizar mantenimie­nto, también utilizan otros instrument­os de cuidado personal, como zapatos de seguridad con puntera de acero en las zonas de alta tensión, guantes y gafas.

Gran parte de la potencia eléctrica del buque está destinada a la propulsión, es decir, a los motores que hacen desplazar al barco. El resto se utiliza para funcionami­ento general como la iluminació­n, cámaras frigorífic­as, y motores eléctricos de distintos tipos.

El rompehielo­s también tiene un sistema de compresore­s de burbujeo para separar la "pasta de hielo", que se genera en algunos sectores en la Antártida cuando el agua se empieza a congelar.

"Cuando el buque pasa por campos de 'pasta de hielo', las hélices empiezan a perder rendimient­o porque el agua está espesa.

"El compresor de burbujeo sirve para aplicar aire hacia afuera del casco por un montón de toberas que tiene a lo largo de toda la proa, hasta el centro del buque. Sopla por ahí, ese aire sale de la parte más baja del barco, y separa la pasta de hielo del casco", explica el jefe de máquina del Irízar.

El buque tuvo una renovación completa de máquinas a partir de 2017. Además, está sectorizad­o con puertas estancas, para evitar la llegada del agua a toda la sala de máquinas, en caso de inundación.

"Desde el cuarto de control de máquinas controlan el 85% de todos los equipos del buque, ya que la gran mayoría tienen el encendido de manera remota desde ahí", explica Kerps.

Del continente sudamerica­no, el Almirante Irizar es el único rompehielo­s vigente y navegando en la Antártida.

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FOTOS: TELAM
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"La sala de máquinas es el corazón del buque y nunca se apaga, aún estando en puerto", dice Kerps.

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