Apocalipsis: el reloj simbólico, muy cerca del límite
Cuenta el tiempo que falta para el fin de mundo. El indicador sigue siendo el mismo que el año pasado.
El Reloj del Apocalipsis, que simbólicamente cuenta el tiempo que falta para el fin del mundo, fue reprogramado a 90 segundos, reflejando las amenazas existenciales a la humanidad por una posible escala- da nuclear del conflicto de Ucrania con Rusia y los impactos de la crisis climática tras el año más caluroso registrado en la Tierra.
Establecido por los mejores científicos y expertos en seguridad, el indicador sigue siendo el mismo que el año pasado y es el que registra el punto más cercano a la medianoche en sus más de 75 años de historia.
“Las tendencias continúan apuntando ominosamente hacia una catástrofe global”, dijo Rachel Bronson, presidenta y directora ejecutiva del Boletín de los
Científicos Atómicos.
En lugar de abandonar las armas nucleares, los países que las poseen están ampliando y mejorando sus arsenales y amenazando con crear una nueva carrera armamentista, mientras inundaciones masivas, incendios y otros desastres marcaron con diferencia el año más caluroso registrado -documentando un alza de la temperatura media de 1,48º C-, con poca acción significativa sobre el cambio climático.
“La investigación biológica destinada a prevenir futuras pandemias ha demostrado ser útil, pero también presenta los riesgos de causar una”, dijo Bronson, en referencia a la catástrofe del Covid-19 en el mundo, mientras que los recientes avances en el campo de la Inteligencia Artificial (IA) plantean interrogantes sobre cómo controlar una tecnología “que podría mejorar o amenazar la civilización en innumerables maneras”.
A lo largo de su historia, la hora del Reloj del Apocalipsis se acercó a la medianoche con la creación de la bomba de hidrógeno, la guerra de Vietnam, el surgimiento de India como país con arsenal nuclear, los atentados a las Torres Gemelas y la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, entre otros hechos.
La decisión sobre el horario del reloj, que está en la Universidad de Chicago, la toma un comité compuesto por científicos.