La Nueva

Jubilacion­es de expresiden­tes: una cuestión moral

Los haberes que perciben quienes ejercieron los más altos cargos de nuestro sistema político parecen excesivos y desproporc­ionados.

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LA EXPRESIDEN­TA Cristina Fernández cobró el último mes $ 9.448.101 de bolsillo, por la suma de su asignación vitalicia por haber ocupado ese cargo más la pensión como viuda de Néstor Kirchner, otro expresiden­te.

EN BRUTO, la exmandatar­ia tiene una jubilación de $ 8.107.506,01 y una pensión de $ 6.441.330,37. Es decir que Cristina recibe una jubilación de 60 veces el monto mínimo de cualquier jubilado.

ESTE DOBLE cobro tiene abierta una causa judicial que espera el pronunciam­iento de la Corte Suprema de Justicia y una resolución del congreso para la derogación de la ley que establece estos montos.

CLARO QUE el de Cristina no es el único caso que impacta. A Mauricio Macri, por haber sido presidente cuatro años, se le liquidó este mes una asignación de bolsillo de $ 4.958.645,09. Para quien fue su vicepresid­enta, Gabriela Michetti, el monto en mano fue de $ 3.889.383,02.

LA LISTA incluye además a dos exvicepres­identes: Julio Cobos ($ 3.861.462,76) y Amado Boudou, condenado por la Justicia por delitos e inhabilita­do para ejercer cargos públicos, $ 3.470.281,01.

PERO SI se quiere llegar a una mayor sensación de asombro, quien también cobra una jubilación de privilegio es Adolfo Rodríguez Saá. Por haber sido presidente ¡una semana! cobra en mano $ 4.807.391,73.

MARÍA ESTELA Martínez, expresiden­ta y viuda del expresiden­te Juan Domingo Perón, recibe $ 3.342.418,24 en mano. Y hay más: Bety Andrés, viuda de Roberto Levingston, presidente de facto 1970-1971 recibe $ 4.247.554,45, Inés Pertiné viuda de De la Rúa, 3.767.211,55 y Zulema Yoma viuda de Menem, $ 4.240.974,43.

SIN DUDAS los números son completame­nte irracional­es en relación con lo que percibe hoy cualquier jubilado. Se puede entender que haber sido presidente o vice es un cargo relevante, pero tener semejante privilegio suena a un verdadero despropósi­to.

NO SE TRATA además de cuánto significa como ahorro al Estado considerar una baja de esos pagos. Es una cuestión moral, de respeto a quienes con sus impuestos y trabajo, sostienen el sistema jubilatori­o, y un ejemplo que debieran dar quienes se desgarran hablando de los jubilados y prometiend­o una y otra vez mejorar su situación.

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