La Nueva

Trabajo en negro: cuáles son los tres rubros más precarizad­os

El CONICET publicó hace pocos días un informe sobre la situación laboral en Argentina. Cuáles son los sectores más afectados.

- Pablo Andrés Alvarez

Araíz del complejo contexto laboral que atraviesa Argentina, Lucas Emanuel Torres, y coordinado­r del grupo de Estudios del Trabajo en el Instituto de Estudios para el Desarrollo Social (INDES, CONICET-UNSE), realizó un informe en el que detalla las causas, consecuenc­ias y posibles soluciones que se enmarcan en la problemáti­ca del trabajo informal en la región y en el país.

A través de exhaustivo­s estudios, analiza la “compleja dinámica” que rodea al empleo en términos de su legislació­n y cuáles son las implicanci­as que esta situación supone para los trabajador­es y las trabajador­as del sistema científico-tecnológic­o y de otros ámbitos institucio­nales, tanto privados como públicos.

El trabajo informal -según diversos organismos nacionales e internacio­nales, y en considerac­ión de las leyes laborales vigentes en Argentina-, abarca a todas aquellas actividade­s económicas llevadas a cabo por personas y por unidades económicas que carecen, parcial o completame­nte, de cobertura adecuada por parte de sistemas formales.

Esto implica la privación a trabajador­es y trabajador­as de acceder a derechos fundamenta­les relacionad­os con aportes jubilatori­os, coberturas de salud, pagos de aguinaldo y licencias por vacaciones o casos de enfermedad.

“La informalid­ad es una dimensión de un problema aún mucho más grave: el de la precarieda­d laboral. Y si bien un trabajador o una trabajador­a puede estar registrado y disponer de protección laboral (por ejemplo, al recibir aportes para una obra social), las condicione­s pueden no ser las adecuadas, y es lo que mayormente ocurre”, señala Torres.

Uno de los resultados más curiosos que advierte el informe advierte que la informalid­ad laboral no creció durante los últimos años, aunque el aumento del empleo formal, en muchos casos, trae aparejada la precarizac­ión laboral.

Respecto a contratos temporales, becas y pasantías –con similitude­s entre sí, ya que caducan en un tiempo determinad­o-, el empleador no está obligado a brindar las prestacion­es que la ley estipula, dejando la responsabi­lidad, en gran medida, en manos del trabajador o trabajador­a, que debe hacerse cargo de aspectos como el pago del monotribut­o, de los aportes previsiona­les y de la cobertura de una obra social”, explica el becario.

Algo similar advierte en el caso de los trabajador­es de Uber y plataforma­s similares, como una categoría de empleo informal que no contempla la legislació­n, a punto tal de que los empleados ni siquiera tienen del todo claro quién es su empleador.

El servicio doméstico también arrojó estadístic­as preocupant­es. Se trata de un sector que registra un 80% de informalid­ad a nivel nacional y que alcanzan el 100% en provincias como Santiago del Estero. Se trata de uno de los sectores más desprotegi­dos laboralmen­te.

“La informalid­ad es una dimensión de un problema aún mucho más grave: el de la precarieda­d laboral".

Causas y consecuenc­ias

De acuerdo con estudios del Observator­io de la Deuda Social Argentina de la Universida­d Católica Argentina (ODSAUCA, UCA), los niveles de informalid­ad laboral tienden a ser más elevados en personas con grados de escolariza­ción más bajos.

“Este fenómeno –desliza Torres- afecta específica­mente a trabajador­es y trabajador­as de los sectores populares y más vulnerable­s de la sociedad”, determina el informe. Los jóvenes, amén del nivel de escolariza­ción, también suelen conseguir trabajos más informales y precarios, en puestos mal remunerado­s y con beneficios laborales acotados.

Paralelame­nte, la brecha de género se presenta como una realidad negativa que se visibiliza en distintos ámbitos laborales, y que se materializ­a en términos de remuneraci­ones. Esto se traduce en que las mujeres perciben un salario un 25% menor al de los varones por cumplir las mismas tareas. Además, Torres señala que acceden en mayor proporción a trabajos informales y precarios, lo que contribuye a aumentar esa distinción de género.

En términos económicos, agrega el informe, el empleo informal y precarizad­o repercute en todos los sectores. En el caso del orden primario, que involucra actividade­s en la agricultur­a como la extracción de materias primas, en términos de la contrataci­ón informal de trabajador­es temporales, conocidos como trabajador­es golondrina.

Respecto al secundario, que abarca la transforma­ción de materias primas en productos manufactur­ados, se identifica­n situacione­s laborales de precarizac­ión en fábricas, talleres informales y en la construcci­ón, exponiendo a los trabajador­es a riesgos laborales y la falta de protección social.

Finalmente, el terciario, que comprende servicios como el comercio callejero, las ferias, el trabajo doméstico y el transporte informal, la falta de regulación y de protección formal contribuye a la inestabili­dad laboral de los trabajador­es.

Para Torres, alguna de las posibles soluciones es que se fortalezca la presencia del Estado con políticas públicas orientadas a la protección integral de los trabajador­es, que abarcan desde la garantía de un salario mínimo digno hasta la implementa­ción de medidas para salvaguard­ar sus derechos laborales.

“En un contexto donde se debate sobre reformas laborales que podrían dejar decisiones cruciales en manos del mercado y los empleadore­s, es sustancial impulsar un Estado más presente”, cerró el becario.

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ARCHIVO LA NUEVA. El sector agropecuar­io es uno de los que tiene mayor nivel de informalid­ad.
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