De la ilusión a la tragedia
Un minucioso trabajo de investigación de la historiadora Silvia Romano reconstruye los itinerarios biográficos de 1.054 personas que fueron víctimas de la represión en Córdoba, desde el Cordobazo hasta 1983.
Tras 10 años de una labor intensa y constante, la historiadora Silvia Romano –directora del Centro de Documentación Audiovisual de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), institución que alberga parte de los archivos de Canal 10 y Canal Doce– ha dado a luz una obra cumbre en los estudios sobre la represión en
Córdoba: Colectivos y parcialidades políticas y sociales: los desaparecidos y asesinados de Córdoba en los ’70.
En este libro –publicado por la editorial de la Facultad de Filosofía y Humanidades– reunió los itinerarios biográficos de 1.054 personas que fueron víctimas de la represión en el período comprendido entre el Cordobazo y el advenimiento de la democracia, en 1983. Este millar de personas compartió un tiempo dibujado por las ilusiones en una transformación profunda de la sociedad y un espacio que muchos de sus protagonistas concibieron como la capital de la patria socialista.
El libro es un monumental Nunca Más que recupera el Informe Conadep-Córdoba de 1984, pero lo amplía y complejiza, tanto en información como en perspectivas.
Toma en consideración no sólo los detenidos desaparecidos, sino que también incluye en su nómina las ejecuciones sumarias y asesinatos que fueron resultado de la violencia estatal y paraestatal. Incluye, asimismo, los datos de las organizaciones y partidos a los que pertenecían las víctimas: les restituye su identidad política rompiendo con “la teoría de las víctimas inocentes” que, si bien era comprensible en los años 1980 –cuando el autoritarismo militar aún proyectaba sus sombras sobre el incipiente y acechado gobierno democrático–, tendió a oscurecer la verdad histórica.
De la nómina de 1.054 asesinados o desaparecidos de Córdoba, casi 300 pertenecían al PRT-ERP, más de 220 a Montoneros, 62 a la organización comunista Poder Obrero, 41 a la Juventud Universitaria Peronista, 31 al Partido Comunista y 10 al radicalismo –incluida a Elvira Elacurria, viuda del exgobernador Santiago del Castillo–, entre los datos más destacados.
También se cuentan numerosas víctimas entre organizaciones radicalizadas de izquierda que repudiaban el accionar de la guerrilla, como es el caso del PCR liderado por René Salamanca (secretario general del Smata), Vanguardia Comunista o las agrupaciones trotskistas. En todo caso, el peso sobresaliente de la izquierda no peronista aparece como un dato original de la realidad provincial de aquellos años.
En relación con este fenómeno, cabe destacar que –de acuerdo con la información verificada en el libro–. durante el tercer gobierno peronista, entre el 1º de enero de 1974 y el 24 de marzo de 1976, hubo 199 desaparecidos y asesinados en nuestra provincia: de 19 en 1974 pasó a 117 en 1975 y a 63 en el corto trimestre que va del 1º de enero al 24 de marzo de 1976.
Cabe recordar que el primer operativo de la Triple A (organización parapolicial financiada y organizada desde el Ministerio de Bienestar Social de la Nación) había tenido lugar el 21 de noviembre de 1973 en Buenos Aires, cuando uno de sus grupos operativos puso una bomba en el Renault 6 del senador de la UCR Hipólito Solari Yrigoyen (asesor de Agustín Tosco), que lo dejó durante largo tiempo inválido. Tras el golpe, el terrorismo de Estado se convirtió en la línea maestra de la dictadura institucional de las Fuerzas Armadas.
Edades de las víctimas
Desde el punto de vista generacional, la juventud de las víctimas de la represión ilegal resulta estremecedora: el 10 por ciento tenía menos de 20 años; el 62 por ciento, entre 21 y 30, y el 18 por ciento, entre 31 y 40 años.
El número de mujeres víctimas (en una época en que las reivindicaciones de género no estaban a la orden del día) ascendió al 25 por ciento del total (el Informe Conadep de 1984 registraba menos, un 20 por ciento).
Pero ¿quiénes eran estos hombres y mujeres que decidieron jugar su suerte en luchas sociales y, con frecuencia, en la militancia política revolucionaria?
Sobre la base de los registros cordobeses, se constata un 30 por ciento de estudiantes, un 27 por ciento de trabajadores asalariados (distribuido en 10 por ciento de obreros industriales y 17 por ciento de empleados), un 10 por ciento de profesionales y un cinco por ciento de docentes.
En la UNC, las facultades más golpeadas por la represión fueron las de Derecho, Filosofía, Medicina, Arquitectura y Ciencias Exactas. En las fábricas cordobesas, la represión se cobró el mayor número de asesinatos y desaparecidos entre los obreros de Fiat-Grandes Motores Diesel, IKA Renault e Ilasa.
La represión ilegal se extendió a todos los rincones societales: desde el pastor protestante Víctor Boichenko hasta el cocinero del centro clandestino de detención D2, Nicolás Pilipchuk, desde los jóvenes de la universidad católica que enlazaban en su ideario cristianismo, peronismo y marxismo hasta los adolescentes judíos que experimentaban el tránsito del sionismo socialista (fundado por Dov Ver Borojov) al guevarismo.
El libro elaborado por Silvia Romano –con los aportes de su valioso equipo de investigación– es un testimonio dramático de las ilusiones de los integrantes de una generación que sintió bajo su piel el vértigo de echar por tierra a las dictaduras de Onganía, Levingston y Lanusse, y concluyó –como temía Ernesto Guevara en la carta a su madre citando al poeta turco Nazim Hikmet– llevando a sus tumbas muchas veces sin nombre “la pesadumbre de un canto inconcluso”.
* Investigador principal del Conicet y profesor plenario de la Universidad Nacional de Córdoba