Preludio de un hombre enorme
¿Quién era Ernesto Guevara antes de convertirse en revolucionario e ícono mundial? Horacio López Das Eiras traza su retrato en un libro lleno de testimonios e imágenes.
Antes de La Higuera y Bolivia, antes de la revolución cubana y de las armas, hubo una historia que llevó a un pequeño asmático a convertirse en un ícono mundial. El niño que llegó a Alta Gracia buscando un respiro para sus pulmones fatigados habría de convertirse en una de las personalidades más influyentes del siglo 20, inspirando a generaciones enteras con ejemplo de compromiso y entrega.
El libro de Horacio López Das Eiras, Rey de los caminos, Ernesto Guevara antes de ser el Che, indaga de manera minuciosa en esos años previos, cuando el rostro de Ernesto Guevara Lynch todavía no se había instalado en miles de remeras y tatuajes. El mismo autor lo define con claridad supina: “Siempre digo que agarro a Ernesto llegando a Córdoba, tosiendo en un ataque de asma en 1931, y lo suelto cuando tiene 26 años, un rato antes de sumarse a la embarcación Granma para ir a pelear en Cuba”.
Rey de los caminos es una reedición del libro que publicó Horacio hace varios años y que el flamante sello La Central Editora volvió a poner en la calle con prólogo de Pacho O’Donell. El nuevo libro se vuelve una fuente imprescindible para reconstruir los primeros pasos de Guevara en Córdoba. Con una edición impecable plagada de imágenes y documentos (están desde el primer contrato laboral del Che en Vialidad, y hasta el certificado analítico del colegio Deán Funes), el material corre sobre el camino de una redacción amena.
Libro objeto
“Para este trabajo busqué en el día a día de ese pasado, y hasta encontré a la compañera de banco del colegio. Hay más de 50 testimonios de gente que tuvo vinculación con él; hablé con su hermano, con Alberto Granado (compañero de aventuras en motocicleta) y con gente que conoció a la familia. También hay cartas y notas que él enviaba”, amplía el autor.
El resultado es un texto con tres ejes temporales claros: de 1932 a 1942; de 1942 a 1949 y de 1950 a 1956. El recorrido se propone con un diseño editorial suculento que invita a desandar las huellas que pondrían al médico y periodista frente a circunstancias que torcerían el rumbo de la historia.
La motivación del autor responde a dos circunstancias: por una parte, la ligazón es física, ya que Horacio vivió junto a la casa del Che en Alta Gracia algunos años después (“Soy un vecino a destiempo”, explica). Luego, haber adherido a su modo de querer cambiar el mundo y de soñar una sociedad más justa.
Según el autor, el prólogo de este libro apareció en LaVoz el domingo 24 de octubre de 1995, cuando hizo una nota y el primer trabajo de campo con testimonios. “Entonces me agarró una especie de ‘ernestitis’, de querer saberlo todo”.
Manos a la obra
La patología guevariana derivó en una tarea de años de investigación y entrevistas, que llevaron a Das Eiras a recorrer muchos países. Rey de los caminos es un libro con la gran ventaja literaria de proponer un tablero de génesis que termina de cerrarse en la mente del lector.
Ante un panorama editorial en el que abundan las biografías y los abordajes sobre el Che, el autor convierte su texto en una propuesta atractiva y original: “En el libro hice hincapié en la crianza y la juventud y en cómo se forjaba el personaje –dice–; no me desesperaba llegar a contar del Che porque había mucha riqueza en el ‘no Che’, además las facetas de coraje y arrojo que son destellos de lo que fue luego. Me parece que todos de grandes somos en buena parte lo que hemos sido de chicos”.
En las anécdotas pueden ubicarse las señales que terminan de configurar el mito. “Fue un rompecabezas de sus 15 años en Córdoba. Y el resultado es cómo ese niño se transforma en héroe, en hombre amado, en hombre odiado, en guerrillero y en mito”.
El efecto Castro
Este año, la historia mundial cerró un capítulo con el fallecimiento de Fidel Castro. “Tanto Fidel Castro como su amigo Ernesto Che Guevara fueron dos exponentes y protagonistas de las altas tensiones del siglo 20 –resume Das Eiras–. Ernesto y Fidel, son, como generación, frutos auténticos e inevitables de ese tiempo. Con 30 años, el abogado Fidel ya tenía en marcha su ejército rebelde; y Ernesto, de 27, médico de profesión, se acopló decididamente”.
El resto es conocido. El final de ese medio siglo de Fidel frente a la isla funcionó como aliento para un revisionismo histórico que rayó, por su vigor, con el revisionismo histérico: litros de tinta y kilómetros de cintas documentales bombardearon al mundo durante semanas.
Por suerte hay formas de amortiguar el golpe de los datos duros, de la sobreabundancia de información. Trabajos como el de Horacio Das Eiras son un buen remanso para construir una visión más personal y menos tamizada por terceros. En el pasado, parece decir el autor, está la materia prima para que entendamos el presente.