Número Cero

Volver, con la barba crecida

- CECILIA SÁNCHEZ

Hagamos un poco de memoria. Hace 20 años Mel Gibson se convertía en William Wallace, se pintaba la cara de azul y blanco, y pronunciab­a una de las arengas de batalla más recordadas de la historia del cine reciente. A caballo y vistiendo kilt escocés, hablaba sobre la libertad, la muerte y el honor. La película era Corazón Valiente. El neoyorquin­o criado en Australia la produjo, la dirigió y la actuó, y después se llevó bajo el brazo cinco Oscar en 1996, incluyendo mejor director y película. Antes de Corazón Valiente, Gibson era un protagonis­ta de acción, un galán, un sex symbol. Pero, claro, el actor fachero ahora se ganaba un Oscar con su segunda película y se convertía en un tipo respetado, en un referente, en una estrella.

Desde entonces, la carrera de Mel no haría más que subir hacia el firmamento, hasta que el hombre empezó a salir con el auto después de hacerse un fondo blanco. A partir de allí, Gibson entró en una especie de loop de secuencia conocida: abusar de la bebida/manejar borracho/ser arrestado/ blasfemar públicamen­te contra la Policía, las mujeres y los judíos/ingresar en una clínica de rehabilita­ción. Y vuelta a empezar. Ese proceso llevó tiempo, hasta que Hollywood, la meca de los creativos judíos y la corrección política –y luego su esposa de 30 años–, le cambió la cerradura y lo dejó de patitas en la calle. Gracias por todo, se escuchó. Vuelva pronto.

Y entonces llegaron los años de oscuridad. Nadie se acuerda de Mel Gibson en la última década, simplement­e porque no estuvo ahí. De vez en cuando aparecía en algún rol secundario, en algún filme clase B, pero la industria lo desterró. Para colmo, se filtraba con frecuencia algún audio sobre lo mal que trataba a su nueva esposa.

Esta semana, los astros comenzaron a alinearse a su favor. Mel recibió, después de 20 años, su segunda nominación al Oscar como mejor director por Hasta

el último hombre. Era el último gesto de perdón que hacía falta y lo merecía. Hay que decirlo: tiene muy pocas chances de ganar. Y si bien Hollywood lo vuelve a recibir, no esperemos verlo en primera plana en la alfombra roja ni en la primera fila del teatro Dolby de Los Ángeles. Como sea, su vuelta será el momento más emotivo de la ceremonia.

NADIE SE ACUERDA DE MEL GIBSON EN LA ÚLTIMA DÉCADA, SIMPLEMENT­E POR QUE NO ESTUVO AHÍ. APARECIÓ EN ALGÚN FILME CLASE B, PEROLA INDUSTRIA LO

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