Número Cero

Por qué ver “BrainDead”

La serie de TV es una comedia satírica que combina política y ciencia ficción. Funciona como un placebo para digerir y entender el triunfo de Donald Trump.

- Juliana Rodríguez jrodriguez@lavozdelin­terior.com.ar

El drama político tiene su tradición en la TV de Estados Unidos (desde series como The West Wing hasta otras como la popular House of Cards o la de culto The Newsroom), pero en los últimos años la comedia política abrió las puertas de la sátira y cierta incorrecci­ón.

Es el caso de Veep, sobre las torpezas cometidas por una vicepresid­enta con ansias de protagonis­mo frustrado. En ese mismo tono, BrainDead es una comedia pequeña, extraña (que se estrenará por la plataforma Amazon en breve), un placebo ameno e inteligent­e para digerir el triunfo de Donald Trump y parodiar con inteligenc­ia las institucio­nes del país del Norte.

La serie, escrita por Robert y Michelle King (creadores de la serie de abogados The Good

Wife), cuenta su historia desde la perspectiv­a de Laurel Healy, una joven documental­ista, parte de una familia de tradición demócrata, que por fuerza mayor se ve obligada a trabajar junto con su hermano, un ascendente senador demócrata en el Congreso. En la ficción, transcurre 2016 y el ambiente está cada vez más caldeado por las campañas republican­a de Donald Trump y demócrata de Hillary Clinton.

Lo extraño irrumpe cuando un séquito de insectos de otro planeta llega al Congreso. Los bichos comienzan a meterse en las cabezas de las personas a través de sus oídos y, una vez allí, se devoran la mitad de sus cerebros. La víctima, con medio cerebro, sigue en pie, pero comienza a pensar de una manera radical, extrema, sin medias tintas. Así, los demócratas se vuelven intensamen­te progresist­as y los republican­os, más conservado­res que una lata de sopa Campbell.

Con este delirio cósmico, la serie se ríe de la grieta estadounid­ense, de la imposibili­dad de dialogar de demócratas y republican­os, de los absurdos mecanismos del bipartidis­mo y, claro, de los vicios y la incapacida­d de los señores y señoras que caminan los pasillos y calles de Washington DC.

Son 13 capítulos, extensos, con un tono de comedia que genera sonrisas cómplices pero no carcajadas, que pone una lupa distorsion­ada y metáforas delirantes sobre la realidad política.

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Senadores infectados. En la historia, unos insectos extraños se comen los cerebros de los políticos de Estados Unidos.

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