Por qué seguir a Patti Smith
Preferencias Porque con su obra se puede jugar como con un cubo de Rubik. En una de sus caras la música, en otras la poesía, el dibujo y la fotografía. Es una sobreviviente de una época clave que vivió para narrarla.
La escena que comenzó siendo confusa y terminó siendo enternecedora dio la vuelta al mundo: Patti Smith frenó su actuación en medio de A Hard Rains Gonna Fall, pidió disculpas, cerró los ojos y se tomó el estómago. Después vinieron unos segundos de incertidumbre que culminaron en un aplauso mientras ella repetía: “Lo siento, estoy nerviosa”. De fondo, los músicos de la Real Orquesta Filarmónica de Estocolmo y, entre los 1500 asistentes, los miembros de la Casa Real sueca.
El protagonista debía ser Bob Dylan, ganador del Nobel de Literatura, pero en su lugar envió a la entrega del premio a Patti Smith pese a que ella siempre manifestó su deseo de que la presea mayor fuera directo hacia Haruki Murakami, su escritor contemporáneo preferido. Que Smith haya estado en el lugar y en el momento correctos para afirmarse como artista consagrada puede haber sido producto del azar. O no.
Ella siempre le dio al azar un lugar central, en su obra musical y literaria. Por eso en varios de sus libros lo inexplicable cobra sentido sólo si viene de su pluma, como en Tejiendo sueños (2013), cuento de hadas basado en hechos reales cuyas similitudes con la historia no son pura coincidencia.
Su poesía, marcada por la impronta de Arthur Rimbaud, fue tan sonora y musical que no pudo asentarse sólo en el papel y se fue por el aire hasta dar en obras como Horses (1975), disco que sigue sonando actual y novedoso. Ser la “madrina del punk” y haber participado en esa movida en la que sólo los hombres tenían voz es un rol invaluable hoy a la luz de las perspectivas de género.
Como fotógrafa se caracterizó siempre por el uso de las instantáneas como una forma de patentar momentos que luego serían narrados en el papel. Por eso muchos de sus libros contienen postales desenfocadas en blanco y negro sacadas con una Polaroid, mucho antes de que estas cámaras volvieran a ponerse de moda.
Los últimos dos textos de Smith ( Éramos unos niños y M Train) operan en el mismo sentido que sus fotos: hallar en el pasado las claves que permitan relatarlo para exorcizarlo. Sólo alguien que participó en las fértiles décadas de 1960 y 1970 –y sobrevivió a la de 1980– puede hacerlo.
Además de ser una artista integral, es siempre actual. En los últimos días se la pudo ver en la película Song to song. En una de las escenas del filme –sin fecha de estreno en Argentina aún–, Smith sintetiza su línea de pensamiento: “Nunca pensé que iba a vivir mucho tiempo. Siempre pensé ‘Me gustaría ser un artista y morir joven de tuberculosis o algo, como Charlotte Brontë’”. Hoy confirma que está más viva que nunca y que se puede ser artista y sobreviviente a la vez.