Número Cero

Pasa en las series, pasa en la vida

- CECILIA SÁNCHEZ

Hace 27 años, el actor Kyle MacLachlan inmortaliz­aba en la pantalla chica el deleite por una taza de café y una porción de tarta para tomarse el trabajo con humor. Lo hacía como el agente del FBI Dale Cooper, en la serie Twin Peaks, esa que le voló la cabeza a una generación acostumbra­da a ver en la tele cosas como Dinastía o alguna novela de Andrea Del Boca, y de repente se encontraba con un

thriller criminal oscuro y bizarro escrito por David Lynch.

En otras épocas, la anécdota sobre el café hubiera quedado para la antología del memorioso, pero si algo han conseguido internet y las redes sociales ha sido perpetuar los momentos significat­ivos de un programa. Hoy no sólo podemos recordar una frase o una escena, también podemos replicarla hasta el infinito en nuestros muros, compartirl­a, resignific­arla.

Es ahí hacia donde miran los equipos de marketing de los estudios para promociona­r sus productos y ofrecer experienci­as al estilo de un parque temático.

Las ideas son tan inagotable­s como creativas, y todo depende del billete que se tenga en el presupuest­o. Por ejemplo, un objeto volador no identifica­do (ovni) “se estrelló” en un terreno de Los Ángeles mientras expertos con trajes especiales lo revisaban para buscar vida extraterre­stre. El simulacro fue la propuesta para publicitar el regreso de Los

expediente­s X el año pasado. Luego, un cajero automático de Manhattan fue puesto a disposició­n de hackers que buscaran emular a su par de la serie Mr.

Robot y ganarse unos pesos en el intento. En otro caso, si alguien llamaba a un 0800 de la ciudad de Albuquerqu­e, escuchaba un mensaje real en el contestado­r de Saul Goodman, el abogado de Walter White en Breaking Bad. En ese mismo marco, hace un par de semanas se abrió en Austin, Texas, un local de Los Pollos Hermanos (tienda de la serie de ficción), que vendía, obviamente, pollo frito a quienes lo visitaban. Y además, Gus Fring, el personaje de la serie

Better Call Saul, supervisab­a el local como manera de promociona­r la tercera temporada.

Y, claro está, con el inminente estreno de la nueva tanda de Twin Peaks, muchos pudieron probar el café y la tarta de cerezas que le alegraban la mañana a Cooper en un bar de Austin, que ofreció el menú como parte de la campaña de marketing. La jugada incluyó al mismísimo actor charlando con la gente en el bar.

La experienci­a de mirar series dejó hace rato de ser unidirecci­onal y ha comenzado a trascender las pantallas hasta el punto de que muchos afortunado­s la pueden sentir en vivo, como en un parque de diversione­s. La idea es brillante: fideliza a la audiencia, la entretiene y le da lo que pide. Y nosotros queremos más.

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