Las palomas de Alejandro De uts ch
Desde la cárcel de San Martín, Deutsch creó un sistema para que con sus compañeros pudieran enviar mensajes a sus familiares, además de sus pinturas. Una muestra en la UNC reúne esas imágenes y cartas.
“Apesar de los días grises que de vez en cuando tengo, no estoy vencido ni derrotado. Aquí, en realidad, me llegué a conocer mejor que en los muchos años que viví hasta ahora. Y también a apreciar a la gente que me rodeaba afuera. Les digo que no sirve ser indiferente frente al mundo que nos rodea…”.
Estas palabras escritas en el reverso de un papel que envolvía el paquete de tabaco Mariposa eran como una bandada de palomas que habían atravesado los ladrillos y los barrotes del encierro, pero por caminos invisibles, clandestinos, lejos del aire de esos días en los que hasta la respiración estaba sitiada.
Alejandro Deutsch era uno más de los habitantes del pabellón de presos políticos de la cárcel de San Martín. La dictadura había tomado su destino y lo había arrojado en una oscura pendiente de catacumbas, en la otra dimensión de la realidad argentina de los años ’70. A él, a su esposa, a sus hijos, a su familia, a la maravillosa versión de la fecundidad de la vida que había logrado construir.
Todo comenzó la noche del 27 de agosto de 1977, cuando un grupo de tareas fue a su casa de barrio Parque Vélez Sársfield a buscar a su hijo Daniel. No estaba, entonces se llevaron consigo a todos los que estaban: Alejandro, su esposa Elena, sus jóvenes hijas Elsa (“Betty”), Susana y Liliana.
Primero fueron a parar al centro clandestino Campo de la Ribera; luego, a La Perla. Torturas, vejaciones, simulacros de fusilamientos… el menú que ofrecía el terrorismo de Estado.
El caso de la familia Deutsch encontró sus propias palomas (Robert Cox, que publicó la historia en el Buenos Aires Herald, una prima que trabajaba con un legislador demócrata en Estados Unidos) y llegó muy lejos: el mismísimo presidente de Estados Unidos Jimmy Carter pidió por ellos personalmente y por carta ante el dictador Jorge Rafael Videla.
En paralelo a esta historia tan conocida y tantas veces contada (en los documentos que Estados Unidos desclasificó el año pasado apareció otra vez el caso), hubo otra muy silenciosa que revela la estatura humana de Alejandro. El escenario fue la cárcel de San Martín, adonde trasladaron a la familia ante las presiones.
“Papeles de la memoria”