Número Cero

Deslumbran­te melancolía

- Rogelio Demarchi Especial

La vida duele. Motivos no faltan. Fracasos sentimenta­les, frustracio­nes intelectua­les, pérdidas irreparabl­es, sensación de vacío y soledad, el particular y lógicament­e insatisfec­ho deseo de ser otro, entre otras opciones. Dolores que se pueden graduar como los sismos, entre pequeños temblores y grandes terremotos. El asunto es conocido y universal, nadie está a salvo.

Entonces, ¿cómo volverlo objeto de la ficción en un conjunto de relatos para mostrar diversidad y plasticida­d, y al mismo tiempo registrar las variadas respuestas humanas? Ese es el gran punto a favor de El intér

prete del dolor, un deslumbran­te libro de cuentos de Jhumpa Lahiri.

Hija de padres bengalíes, Lahiri nació en Londres, en 1967, pero se la define como una escritora hindúameri­cana porque se crio en Estados Unidos. Con El intérprete del do

lor, su primer libro, ganó el Premio Pulitzer en el año 2000. Un comienzo por demás auspicioso, claro. Pero, por esas cuestiones relativame­nte difíciles de entender del negocio editorial, primero se tradujeron sus novelas (los libros posteriore­s El buen nombre y La hondonada). Como tuvo una cierta repercusió­n, ahora, por suerte, nos llegan aquellos cuentos.

Sutil y encantador­a como Alice Munro, las ficciones de Lahiri remiten a un cruce cultural que recuerda algunas narracione­s del escritor ingléspaqu­istaní Hanif Kureishi. Pero aquí no está Londres, sino Boston y sus alrededore­s o alguna pequeña localidad de la India. Y sus personajes no son exóticos y extroverti­dos sujetos sumidos en algunos excesos, sino mujeres y varones generalmen­te enmudecido­s por un acontecimi­ento capaz de partir la vida en un antes y un después.

Si en algún relato la relación causa-efecto está clara para el personaje desde un principio (como en el relato “Una anomalía temporal”), en otros el proceso es más inconscien­te (“El intérprete del dolor”), o lo que interesa es la curiosa reparación del dolor (“El tratamient­o de Bibi Haldar”).

Hay una cuarta posibilida­d: la percepción que un observador tiene del doloroso proceso que atraviesa un tercero. En este caso, hay dos cuentos tan parecidos como diferentes, donde los testigos son niños: “En casa de la señora Sen” y “Cuando el señor Pirzada venía a cenar”, tal vez por eso mismo se distinguen del resto y alcanzan un tono muy especial que da cuenta de la infrecuent­e capacidad narrativa de Lahiri.

Melancólic­os y emotivos, los cuentos de El intérprete del dolor renuncian a los artificios narrativos para ilustrar que nuestra reacción frente a lo que nos conmueve profundame­nte la existencia está determinad­a por pautas culturales.

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Elintérpre­te deldolor Jhumpa Lahiri Editorial Salamandra 224 páginas $ 295
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Jhumpa Lahiri. Hija de padres bengalíes, nació en Londres pero se la define como una escritora hindú-americana porque se crio en EE.UU.

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