“Prefiero no dePender de alguien que me Pague miserias”
MAURICIO, 44 AÑOS, DISEÑADOR WEB Y MULTIMEDIA “FREELANCE”
Es colombiano, a los 17 años dejó su país para irse a vivir a Inglaterra gracias a la invitación de un primo. Es consciente de que se fue en busca de mayores oportunidades. En Colombia, trabajó de todo mientras estudiaba Diseño Gráfico, pero llegó un punto en el que no pudo continuar, la plata no alcanzaba. Trabajó en publicidad, en radios, como artesano, en oficinas públicas y privadas, en tiendas de ropa y en venta puerta a puerta. Su primer contacto con el diseño fue en un local que lo empleó para vender artículos estéticamente innovadores. “En Inglaterra me anoté en Diseño Multimedia porque reunía dos cosas que siempre me gustaron: la música y el diseño”. Mauricio es músico, pero nunca pensó que esa profesión podía darle de comer, reconoce que, quizás, le faltó confianza, pero está seguro de que, si tuviera mucho dinero, dejaría el diseño y montaría un taller de instrumentos musicales de madera. Hoy, desde su casa en Córdoba trabaja para el exterior. Es un apasionado y defensor del trabajo freelance. Maneja sus tiempos, no tiene jefes ni “el riesgo de tener que soportar maltratos y pagos de miseria”. Está acostumbrado a vivir con incertidumbre. Aunque, para él, en los tiempos que corren, es peor la incertidumbre que siente un trabajador dependiente. “Crecí en una familia de industriales, con la idea de no trabajar para nadie y, con esa idea, estudié esto”. Mauricio dice que el trabajo freelance se basa en la confianza y en la capacidad de hacer contactos. “Se trata de tomar las cosas en tus propias manos. La gente está aburrida de llamar a compañías o a empresas. En algún punto, yo me siento como el electricista, el gasista; soy un técnico más, la diferencia es que ellos trabajan en la calle y yo, a través de internet”. Mauricio trabaja para Trinidad y Tobago, Inglaterra, Francia y Dinamarca. Asegura que saber inglés y tener una buena conexión de internet son claves. “Nos criaron con la mentalidad de que íbamos a estar en una empresa toda la vida, que esa especie de castillo nos cuidaría hasta los 65 años y después, salíamos a disfrutar la vida. Las cosas ya no son así. Cada vez se paga menos, los contratos son precarios, y prácticamente te convertís en un freelance asalariado. Y nadie te avisó”, finaliza.