“no me imagino haciendo esto toda la vida”
OCTAVIO, 40 AÑOS, PELUQUERO
Octavio es dueño de una de las pocas peluquerías en Córdoba –si no la única– que tiene libros de literatura sobre la mesa ratona frente a los sillones donde se sienta la clientela. La música no sale de un televisor con reguetón ni tampoco de una lista predeterminada de internet. Eso sorprende hasta conocer su trayectoria de vida y oficio. Antes de asumirse como peluquero, Octavio se enfocó en terminar la carrera de Letras Modernas. En la Facultad, participaba en una cátedra y en un grupo de investigación. Octavio proyectaba una vida como profesor. En Letras, recuerda, cargaba todas sus responsabilidades y energía. La peluquería, en ese entonces, era un hobby, algo que le salía con facilidad, quizás influenciado por su madre. “Mi mamá cerró su peluquería cuando yo tenía 4 años, pero siguió peinando o cortándonos el pelo a todos”, cuenta. La habilidad y el gusto por ejercer el oficio lo llevó a hacer un curso, y con poca planificación empezó a trabajar a domicilio. “Como era una diversión, no lo vivía como un trabajo”. La peluquería les fue ganando terreno a las Letras y cuando se recibió ya trabajaba de peluquero. Hace ocho años abrió su local y trabaja con cinco personas. El placer por peinar y cortar el pelo convive con la responsabilidad de tener a cargo un negocio del que dependen muchas familias. Ase- gura que ser independiente no es fácil, pero cree que trabajar en situación de dependencia puede resultar más difícil. Vive su trabajo como una fuente de placer y de oportunidades, pero está seguro de que eso puede detenerse algún día. El futuro laboral, para él, es algo abierto y móvil. Cuenta que hay días en que llegan nuevas clientas a la peluquería porque sus peluqueros de toda la vida fallecieron. En esos momentos, dice que no se imagina a los 70 años haciendo lo mismo. “No hay trabajo para toda la vida, para mí es sano pensar así. Hoy mi vocación está acá, pero eso puede cambiar. Quizás, vuelvo a las Letras o emprendo otra cosa”.