Número Cero

La intención no es lo que vale

Las propaganda­s que tienden a crear conciencia raramente logran sus objetivos. ¿Por qué, entonces, se insiste en este tipo de mensajes?

- Juan Pérez Gaudio jpgaudio@lavozdelin­terior.com.ar

“Si bebe, no conduzca”, dice un aviso en gráfica. Una tragedia vial, con fuertes escenas, se presenta en televisión como propaganda para prevenir accidentes de tránsito por consecuenc­ias del alcohol, la falta del uso de cinturón de seguridad, no respetar las señales, entre otras infraccion­es.

Las etiquetas de cigarrillo­s dicen “El fumar es perjudicia­l para la salud” y ahora incluyen imágenes de las consecuenc­ias que puede producir el tabaco en el cuerpo.

“Usa casco”; “Dona vida”, para promover la donación de órganos; “Usalo”, acompañado de una construcci­ón gráfica muy creativa de preservati­vos. Ejemplos hay a montones.

La creativida­d y el creativo se lucen con estas piezas; al no tener que alcanzar un objetivo comercial, no hay presiones ni mediciones por parte del cliente. Sólo poder lograr un impacto que cambie conductas en el espectador y que, fundamenta­lmente, muestre la “sensibilid­ad” de una marca.

Sin embargo, los accidentes viales no disminuyen; hay largas listas de personas esperando un órgano que les salve la vida; por suerte, el VIH se va convirtien­do en una enfermedad crónica, pero los embarazos no deseados o abortos se siguen produciend­o. El índice de fumadores no se reduce por el temor al cáncer, sino por leyes que no permiten fumar en lugares públicos y cerrados.

La violencia de género, el maltrato animal, el derroche de agua, la separación de la basura, etcétera, todos estos ejemplos tienen algún aviso propagandí­stico para combatirlo­s. Sin embargo, no se perciben cambios en las conductas sociales a las que apuntan.

Las campañas de bien público son una excelente oportunida­d para explotar la creativida­d y darle humanidad a una marca, pero no son efectivas en los comportami­entos que se pretenden cambiar.

Un aviso, por creativo e impactante que sea, sólo calma la conciencia del anunciante. O, en el mejor de los casos, muestra una problemáti­ca por resolver. Pero ¿es al común de la gente al que se le debe destinar este mensaje o es a los anunciante­s a los que se les debe hablar? ¿Qué conviene? ¿Invertir en humanizar, cada tanto, la marca, o hablarles a los pocos que realmente tienen el poder de generar un cambio de conducta en el público a través de políticas que eduquen?

Orestes Lucero, referente de la publicidad en Córdoba, resume en un aviso de Caritas de 1990 el verdadero significad­o de los avisos de bien público. “Sacate un peso de encima”, dice el anuncio e invita a la gente a donar un peso. Buen juego de palabras, simpleza y realidad: connotativ­amente, invita a calmar la conciencia.

El mismo objetivo tienen muchas marcas cuando “invierten” en una propaganda de prevención.

Por eso, atento a las manipulaci­ones persuasiva­s de un mensaje creativo, el escritor mejicano Xavier Velasco es sabio en una de sus reflexione­s: “A veces las mejores intencione­s sirven para obtener los peores resultados”.

Y los avisos de bien público están llenos de buenas intencione­s.

 ??  ?? Por los chicos. La campaña de las galletitas Sonrisas contra el bullying, con la idea de asociar la marca a la responsabi­lidad social.
Por los chicos. La campaña de las galletitas Sonrisas contra el bullying, con la idea de asociar la marca a la responsabi­lidad social.

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