¿Quién toma el martillo?
George Orwell y el presente La famosa novela “1984” fue la base de una contundente publicidad de Macintosh hace más de 30 años.
En 1949 George Orwell publica una de las novelas de ciencia ficción considerada obra cumbre de la literatura mundial, 1984.
Resumirla, hoy, sería casi lo mismo que describir la realidad en la que vivimos. Observados constantemente por nuestro entorno conocido y por una gran masa de individuos desconocidos, entregamos nuestra intimidad –que no significa sólo aquellos temas sensibles por los que nos sentimos vulnerados– a un ejército de ojos que aprueban, desaprueban o ignoran nuestra privacidad pública.
La diferencia con 1984 es que en la novela la sociedad era vigilada por el ojo del Gran Hermano.
Inmensa sorpresa se llevaría George Orwell si viera que gran parte de nosotros, en lugar de escapar de ese control, tal como intentaban hacerlo los protagonistas de la ficción, necesita de la constante evaluación del otro.
Pulgar arriba, corazoncitos, número de visitas, etcétera, son los parámetros que van aprobando o desaprobando nuestro personaje elegido.
Alguien conoce, por ejemplo y para no exagerar, sus casi mil amigos de Facebook o, siendo menos populares, sus 300 de seguidores en Instagram.
En 1984, el pensamiento estaba destinado a cómo evadir esa mirada permanente cuasiinquisidora. Hoy, y sin condenar las elecciones personales, el pensamiento está dedicado a cómo aumentarla.
La novela fue un éxito y es un clásico. El argumento de la obra de Orwell fue el concepto de uno de los mejores avisos publicitarios de toda la historia. Macintosh –la empresa de Steve Jobs– lanzó en 1984 un comercial titulado 1984. Más allá del producto que vendía, empezaba a comunicar y a hacer trascender la filosofía de esta empresa.
Cientos de personas, grises, controladas, miedosas e inmóviles están frente a una gran pantalla donde el rostro intimidatorio de una persona (o un ¿sistema?) les habla firme y con dureza: “Hoy celebramos el primer glorioso aniversario de las Directivas de Purificación de Información. Hemos creado, por primera vez en la historia, un jardín de ideología pura donde cada obrero puede florecer a salvo de las plagas que proveen de pensamientos contradictorios. Nuestra Unificación del Pensamiento es un arma más poderosa que cualquier flota o armada sobre la tierra. Somos un pueblo con una voluntad, una resolución, una causa. Nuestros enemi- gos hablarán entre sí hasta su muerte y nosotros los sepultaremos en su propia confusión. ¡Nosotros prevaleceremos!”.
Mientras recita su discurso, una mujer a colores corre rumbo a la pantalla con un martillo en la mano que termina arrojando contra aquel rostro haciendo explotar la imagen.
Luego de presentar el producto, aparece el logo de la manzanita y el locutor en off, dice: “Y verás cómo 1984 no es como 1984”.
Han pasado más de 30 años de aquel comercial que invitaba a “pensar diferente”, eslogan que luego usaría Macintosh, y alentaba la propagación de esas plagas rebeldes que nos hacían pensar.
Sin embargo, 2017 se asemeja mucho al mundo de 1984.
La incógnita, entonces, es saber quién de nosotros se anima hoy a correr con un martillo en la mano –metafóricamente hablando– para acabar contra esa unificación del pensamiento que nos saque el traje de personajes para volver a calzarnos el de personas. Aunque este acto de libertad reciba un “No me gusta”.