Número Cero

Los reyes del mundo

- CECILIA SÁNCHEZ

Hace 20 años, poco después de que el mundo occidental llorara la muerte de Lady Di en ese infame accidente de tránsito, ese mismo mundo no lo sabía aún, pero estaba por recibir en las salas de cine una de sus grandes epopeyas de la mano de James Cameron.

El director, a quien conocíamos tras del éxito de la saga Termina

tor, se puso el short malla y rodó su gran obra maestra, la tragedia del barco británico que desapareci­ó por culpa de un iceberg con casi todo su pasaje a bordo: Titanic.

El impacto fue grande porque cuando la presentó, en 1997, el accidente del coloso era para la mayoría una efeméride ilustrada con fotos de viejos periódicos. Pero Cameron lo trajo a la vida sólo para hundirlo de nuevo frente a las cámaras, y además le agregó una historia de amor entre Kate Winslet y Leonardo DiCaprio con frases que hasta hoy repetimos en tarjetas dirigidas a nuestras parejas. Voilá: estábamos ante la presencia de uno de los mayores blockbuste­rs de la historia.

Literalmen­te, debe de haber muy pocas personas que no la hayan visto.

La película recaudó en el mundo más de 2.000 millones de dólares, lo cual se traduce en que mucha gente pagó la entrada del cine.

A ver. Digamos que un ticket costaba hace 20 años en el mundo un promedio de 10 dólares, así que sin contar un eventual “dos por uno” o alguna otra promoción, se podría calcular groseramen­te que 200 millones de personas vieron Titanic en las salas.

Eran tiempos analógicos, pero no hubo otro fenómeno parecido hasta que Avatar se estrenó en 2009 y el episodio 7 de Star Wars en 2015. No es banal: el numerito equivale a cinco Argentinas ente- ras metidas en el cine.

Lo más notable es que Cameron lo hizo con una fórmula que parece sencilla y, con el diario del lunes, tal vez lo fue. No sólo el hundimient­o en tiempo real del coloso fue lo que conmovió a la audiencia.

Kate y Leo, que ya venían probando las alfombras rojas tímidament­e aún con jóvenes 20 años, le pusieron el resto.

Pero el director le pegó también cuando logró convertir una tragedia real en una historia de amor trágico, con dosis de lucha de clases. ¿No cabía Jack en la tabla? ¿Eh? ¿No había suficiente lugar ahí? Todavía Cameron tiene que responder a esa pregunta en las entrevista­s que le hacen. Veinte años más tarde.

De Avatar ya se están preparando cuatro secuelas, y del universo Star Wars vienen en breve dos más, además de varios derivados. Ya sabemos que a los

blockbuste­rs hay que explotarlo­s, sacarles la sangre y sacudirles los bolsillos hasta que no quede nada. Es ley.

Pero el gran mérito de Titanic fue, y será, no haber sido plausible de una continuaci­ón. Haber nacido y haberse hundido allí, en 1997, con un tema de Celine Dion sonando de fondo.

Difícilmen­te otra película pueda igualarla.

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