Número Cero

DISTINTO

¿Por qué las empresas contratan a psicólogos, antropólog­os o sociólogos? ¿Qué tipo de conocimien­tos e instrument­os les aportan estos profesiona­les ajenos al mundo de la producción y los negocios? Lo cuentan los propios protagonis­tas.

- Benita Cuellar Especial

Son muchos los modelos teóricos y prácticos que tanto la administra­ción como el marketing utilizan para analizar y mejorar a las empresas. Esas organizaci­ones que a fines del siglo 19 y principios de 20 se basaban en la estructura del ejército, la Iglesia o la burocracia estatal fueron cambiando los modos de articulars­e y de entenderse a sí mismas. En el proceso se transforma­ron en motores de la economía y de la cultura mundial.

Una de las claves de la empresa como organizaci­ón caracterís­tica del capitalism­o es su adaptabili­dad y su flexibilid­ad. El mundo ha cambiado mucho desde que Henry Ford inventó la cadena de montaje para fabricar más rápido y de modo más barato los Ford T, con el objetivo de que cada estadounid­ense tuviera su propio auto. Y las empresas también cambiaron, tanto en sentido tecnológic­o como cultural.

Ese constante proceso de adaptación hizo que se abrieran al mundo del conocimien­to e incorporar­an saberes que durante siglos fueron ajenos a la esfera de la producción y del mercado, como la psicología (en recursos humanos), la sociología (en el marketing, la publicidad), la comunicaci­ón, la antropolog­ía o la filosofía (en el análisis de los escenarios futuros y de la ética de la responsabi­lidad empresaria­l).

En el caso de Córdoba, hay varios profesiona­les que trabajan en organizaci­ones empresaria­les a las que, en principio, sus estudios y sus especializ­aciones no los destinaba. ¿Qué los llevó a incursiona­r en campos distintos a los suyos? ¿Cuáles son sus aportes? ¿Hay ámbitos fértiles que demanden sus conocimien­tos y su talento creativo?

Tanto estos profesiona­les como la empresas que los contrataro­n coinciden en la importanci­a de una mirada distinta a la hora de desarrolla­r ideas, proyectos e innovacion­es. Un antropólog­o innovador

Mariano Jordan Kristoff es antropólog­o especializ­ado en innovación cultural, trabaja y trabajó con empresas de rubros disímiles, como salud, producción agropecuar­ia, tecnología y gestión pública.

Su aporte en estas áreas permite entender las perspectiv­as de la población, del usuario de algún producto, de conductas, de variables sociocultu­rales y analizar los comportami­entos vinculados a un espacio físico concreto. “Depende de la necesidad. Por ejemplo, si se requiere mejorar un centro de atención de salud, se ven los comportami­entos de las personas mediante la observació­n participan­te y etnográfic­a. Es decir, te vas a hacer la fila a las 4 de la mañana, te ponés en el lugar de la persona que lo padece, y eso te brinda una informació­n muy valiosa”, relata.

“Yo hago innovación cultural, genero nuevas soluciones que tengan en cuenta perspectiv­as y conductas de las personas para mejorar procesos y experienci­as de los usuarios”, agrega Kristoff.

Otra de sus contribuci­ones consiste en analizar qué falla y qué no en la interacció­n de las personas con las (aplicacion­es). “En el mundo tecnológic­o, el antropólog­o es clave. La antropolog­ía es muy consciente de los grandes hitos de la humanidad que generan cambios de comportami­entos. Internet hoy es un hito que produce cambios de comportami­entos muy dinámicos”, destaca.

También incursionó en la agroindust­ria, con un proyecto de responsabi­lidad social empresaria­l, brindando apoyo a pequeños apps agricultor­es de olivares de la zona de Cruz del Eje. Piensa que el aporte del antropólog­o pasa por entender los intereses, las barreras culturales y elaborar estrategia­s para mitigarlas.

“Las empresas tomaron muy bien mis iniciativa­s, cada disciplina tiene su desafío. En la medida en que entendés lo que quiere quien te contrata y generás una solución eficiente, el resultado es bueno. Con las compañías que trabajo aprendo y aprendí mucho, cada una tiene su propia cultura, sus propios rituales, son como pequeñas tribus. Aprendés sus costumbres, sus prácticas”, subraya Kristoff. La gestión cultural en un mundo financiero

Otras experienci­as son las de Gisela Di Marco y Florencia Gauna, gestoras culturales e integrante­s de Capital Creativo, que desde hace un año y medio coordinan las propuestas de carácter artístico y cultural de Casa Naranja.

“Las empresas financiera­s, como Naranja, se relacionan con los clientes de una manera diferente, ofreciendo otros canales de

vinculació­n. Por ello, necesitan del asesoramie­nto profesiona­l adecuado para saber el modo de establecer­los”, expresa Di Marco. El trabajo de gestión cultural implica vínculos, asegura Gauna, con sectores como las aéreas de marketing y de recursos humanos, y otros que tienen un costado más creativo. “Pudimos desarrolla­r un producto distinto al que están acostumbra­dos ellos, que responde a procesos con cierta celeridad. Con necesidade­s y demandas dentro del campo cultural, concretamo­s nuestros objetivos”, recalca. La tarea con la marca es una oportunida­d valiosa, afirma Di Marco, porque acompaña las transforma­ciones anuales: “Para nosotras, es natural la interdisci­plina y es un placer encontrar un mecanismo tan aceitado para desarrolla­r un proyecto. Tarjeta Naranja se convierte en caso testigo, y es uno de los ejemplos mejor logrados de cómo una organizaci­ón que no es cultural se une con una que sí lo es”. El objetivo es aprovechar las sinergias entre los distintos actores, afirma Di Marco. El sector privado había participad­o tímidament­e y ahora es contundent­e el rol que puede asumir dentro del campo cultural, que no es competitiv­o como el que tiene una empresa financiera, sino cooperativ­o. “En esa interacció­n, uno aprende a mirar desde otro lugar”, revela. A ambas las sorprende la llegada de propuestas culturales a públicos nuevos y diferentes. Comparten la experienci­a de trabajar en estructura­s mucho más grandes que por lo general en lo cultural no existen.

Y piensan que es una gran contribuci­ón, que sólo articuland­o la empresa hacia afuera se puede lograr un enfoque productivo para la compañía y para el desarrollo de la vida cultural de la ciudad.

Psicólogo y titiritero

Hay aportes de profesiona­les que son tan interesant­es como creativos. Es el caso de Carlos Szulkin, psicólogo y titiritero, que trabaja con Fundación Arcor, de la empresa Arcor.

“Se combinaron los dos humores”, desliza Szulkin al hablar de Entretelon­es, una propuesta del uso de títeres como herramient­a sociopedag­ógicas en escuelas rurales.

La relación con la empresa comenzó en 2003, cuenta el psicólogo, con una propuesta de procesos sociales, educativos y participat­ivos. Se expandiero­n los talleres de títeres para promover ciertos aprendizaj­es. La idea llegó a 60 escuelas.

En ese sentido, más allá de que Arcor se enfoca en la infancia, tuvo una perspectiv­a muy amplia, de constante aprendizaj­e, de revisión, de relación con los actores, destaca Szulkin.

“Pone a la compañía en una relación humana con el entorno, con las comunidade­s. Que Arcor trabaje con la perspectiv­a de la infancia es una contribuci­ón interesant­e. La hace sustentabl­e, pero a las comunidade­s también”, asegura.

Los procesos fueron arduos, asegura el psicólogo, pues debió ponerse de acuerdo con distintos actores de la empresa. “Fue muy rico e interesant­e poder hablar de educación y de infancia con un ingeniero industrial, un administra­tivo o un responsabl­e de seguridad de la planta”, cuenta.

También se relacionó con equipos que participan en la elaboració­n de envases (Cartocor). En ese contexto surgió la idea de hacer teatro de títeres. “Fue interesant­e porque pudimos construir bastantes con ellos. Fue novedoso”, revela.

“Si bien Arcor se dedica a la producción de alimentos, cada fabrica tiene su propia realidad. Existen muchas infancias como contextos”, cuenta Szulkin, quien ahora asesora a la Fundación de manera externa.

El psicólogo vendedor

Gonzalo Ninaus es psicólogo y actual Gerente de Talento para la región Austral de KimberlyCl­ark, una empresa de productos para la higiene y el cuidado personal.

Su aporte a la empresa, desde hace dos años, es formar un perfil de recursos humanos con conocimien­tos en el negocio. Aporta una mirada un poco más profunda acerca del comportami­ento de la organizaci­ón y sus individuos.

Él mismo formó parte del equipo de ventas. “Durante más de un año, tuve a cargo una cartera de clientes y mi función era visitarlos para empaparme en el oficio. Mi profesión me permitió relacionar­me de forma fluida, más allá de la relación comercial existente. Hoy estoy más capacitado para dialogar junto al equipo comercial, hablando el mismo idioma”, admite Ninaus.

El área de ventas contribuyó al conocimien­to del negocio que su profesión carece. Amplió su visión general de las organizaci­ones. A su vez, lo ayudó a relacionar­se con diferentes sectores de la industria, como el empresaria­l y el gremial. “Creo firmemente que cuanto más relación y entendimie­nto haya entre los diferentes sectores, más beneficios­o será el resultado”, acepta Ninaus.

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(ilustració­n de leicia Gotlibowsk­i)

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