Número Cero

Experiment­os con palabras

- Dorosz@lavozdelin­terior.com.ar

na especie de encantamie­nto a la vista de todos, un acto de prestidigi­tación que no esconde el truco, sino que lo expone en su materialid­ad más básica. Y, pese a todo, el hechizo se impone con la fuerza hipnótica de un acto de magia blanca.

En las dos últimas salas del museo Caraffa, Guillermo Daghero presenta “textos y objetos”, una muestra que pone en juego las palabras y las cosas. Para ponerle un nombre, una etiqueta no del todo precisa, estos seres anfibios, cruzas mestizas de la poesía y del arte que evidencian el carácter constructi­vo de la escritura y arrastran la mirada hacia el lugar en el que observar es descifrar signos, desafían el acostumbra­miento perceptivo con el que se suele llegar a una exposición “de arte”.

Aquí se trata de ver/leer (y viceversa) una multiplici­dad de creaciones en principio un poco herméticas, opacas, que pacienteme­nte se van revelando como una caja de ecos visuales y un sistema de sensacione­s ensamblada­s.

Una suerte de ars poetica podría verse/leerse en un cuadro-poema en portugués, formulado como un silogismo. Si lo tradujéram­os diría así: 1. Todo objeto es una sensación nuestra. 2. Todo arte es la conversión de una sensación en objeto. 3. Por lo tanto, todo arte es la conversión de una sensación en otra sensación.

Arte en minúscula

De esa conversaci­ón con los objetos y de la charla a mano alzada que las cosas sostienen con el lenguaje, surgen maravillas que dejan flotando el intelecto y acarician la sensibilid­ad. Un delicado arte en minúscula, o el milagro de hacer entrar una botella en un mensaje.

En su formulació­n seca, descriptiv­a, “textos y objetos” se hacen reversible­s. Daghero hace cosas con palabras y escribe haciendo uso de las cosas. Hace que los poemas se vean, y hace que los objetos se lean y se digan.

“No insista. No tiene objeto”, se lee/ve en una cajita (¿una casita, un techo para las palabras?) rectangula­r que pone en suspenso la posibilida­d de decidir si lo que estamos mirando es poesía visual o un cuadro escrito.

Otras piezas cruzan las fronteras entre las lenguas (castellano, portugués, francés) para producir iluminacio­nes imposibles de lograr de otro modo. En esos casos, la lectura se hace trabalengu­as, sopa de letras, casita de poemas mixtos. Poemas dislocados. O sea: un océano (“O cea no ce que e scribir”), donde el poeta se ahoga o se mantiene a flote con versos (conversos) que dicen (si tradujéram­os): No sé qué escribir o No sé qué es escribir.

Dame letra

Daghero ha comido frutos del árbol de la poesía concreta (movimiento de amplio desarrollo en Brasil desde mediados de la década de 1950, que añade elementos visuales y trabajaba una dimensión espacial y material en los poemas), ha practicado el arte-correo y ha fabricado libros con las palabras que todos conocemos, pero germinadas en experiment­os (cortes, huecos, manchas) que trastrocan los significad­os. Un camino solitario y obstinado hecho con “textos y objetos”, cosas y palabras reordenada­s para desordenar el mundo y echarlo a andar con nuevas y tenues ráfagas de sentidos y sensacione­s que no podrían tener otro nombre. Ni más ni menos.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina