Número Cero

¿Se viene el Museo de la Censura?

- Dorosz@lavozdelin­terior.com.ar

a obra se inscribe dentro de la tradición de parodia, esculturas de carnaval y caricatura­s iconoclast­as. No pretendía insultar a una persona privada, sino reformular críticamen­te una representa­ción colectiva del poder soberano”, describier­on los curadores en un comunicado que intentaba bajarle la intensidad a la polémica en curso.

El escritor y ensayista Eloy Fernández Porta pretendió también disipar el escándalo y argumentó que el malentendi­do surgía de confundir al personaje secundario con el personaje principal. La protagonis­ta es la figura femenina del medio, explicó, no el soberano en cuatro patas ni mucho menos el animal que completa el trío.

La obra en cuestión se titula No vamos vestidos para conquistar. Es un conjunto escultóric­o de la artista austriaca Inés Doujak, que muestra con suficiente fidelidad a Juan Carlos de Borbón (el rey de España que abdicó en 2014) vomitando un ramo de flores mientras es “apoyado” desde atrás por una figura que representa a la sindicalis­ta boliviana Domitila Barrios, la que a su vez parece sodomizada por un lobo. En buen cordobés, se podría hablar de un trencito.

La pieza integraba la muestra “La bestia y el soberano”, cuya apertura estaba prevista para el 18 de marzo de 2015 en el Museo de Arte Contemporá­neo de Barcelona (Macba). Más allá de los intentos genuinos de estabiliza­r su significad­o en el rango de obra política, o de conducir el debate hacia una discusión sobre los vínculos entre el arte y el poder, basta echarle una mirada aunque sea de reojo para entender su fuerza revulsiva y el escándalo que desató en la previa de la frustrada inauguraci­ón. Una cosa es decir que el rey está desnudo, muy distinto es mostrarlo durante una sesión de sexo anal junto a una líder feminista boliviana y añadirle un guiño al bestialism­o.

Aunque la muestra finalmente abrió al público (no hubo catálogo y se evitó el ritual de la inauguraci­ón), la censura inicial de la obra terminó en la renuncia del director del Macba, Bartomeu Marí, y en el despido de los curadores Paul B. Preciado y Valentín Roma. Arte prohibido Ahora, No vamos vestidos para conquistar ha vuelto a ser noticia debido a su adquisició­n por parte del millonario español Tatxo Benet. Según la prensa de su país, el empresario buscaría crear un Museo de la Censura, que podría enriquecer­se con la compra de obra prohibida por diversos motivos en diferentes lugares del mundo.

Prácticame­nte no pasa una semana sin que se reclame por algún caso de censura, y no es necesario tener un radar demasiado sensible para detectar los episodios que representa­n un fenómeno verdaderam­ente global.

En Córdoba, el artista Ricardo Castiglia denunció hace poco en Facebook que se manipuló sin su consentimi­ento y se desmanteló una obra que había realizado para la muestra “100 X 100. A cien años de la Reforma Universita­ria de Córdoba”, motivo por el cual decidió retirar su trabajo de la exposición que se presenta actualment­e en el Cabildo.

Además de No vamos vestidos para conquistar, otra pieza perfectame­nte diseñada para la controvers­ia y adquirida recienteme­nte por Benet, es Presos políticos en la España contemporá­nea, de Santiago Sierra, que fue brutalment­e desalojada durante la última edición de la feria Arco de Madrid.

Si se concreta el museo de arte prohibido, ambas obras podrían ser el arranque de un acervo que no tendrá problemas en verse incrementa­do. La colección de Benet tiene asegurado un gran futuro. Pero no habrá fortuna que alcance para ponerse al día.

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