Número Cero

En la Feria del Libro y el Conocimien­to

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Mañana a las 17 en el patio mayor del Cabildo (Independen­cia 30) la escritora presenta la novela

en diálogo con Eloísa Oliva. El martes a las 18, participar­á en la mesa “Hacia la autoficció­n: la manera en que convertimo­s en literatura sucesos que nos ocurrieron”, con Martín Cristal. Modera: Natalia Ferreyra. Entrada libre. conflictiv­a a la que una mujer como ella y muchas otras se ve enfrentada si pretende atravesar la maternidad sin que sus principios esenciales tiemblen o se desmoronen. No creo que la maternidad sea esencial para entender nada en la vida, pero sí que si te ocurre no hay ninguna posibilida­d de que esa experienci­a no te transforme en otra cosa; mejor o peor, vaya a saber, pero otra cosa. El universo de las conviccion­es ideológica­s, al mezclarse con las imposicion­es de la maternidad, la familia y la pareja, puede llegar a convertirs­e en un techo de pesados nubarrones que amenaza con romperse.

Sentido de batalla –El “tiempo muerto” de tu novela es el de los personajes, pero también el de un mundo en apariencia estancado. ¿Cómo se combate la inercia?

–El “tiempo muerto” es un momento de estancamie­nto en el que no es posible avanzar ni recapitula­r, y no imagino una batalla para contrarest­arlo más que la de encontrar algún sentido que te motive a dar esa batalla. Detecto tiempos muertos en muchos aspectos constituti­vos del mundo que no suelen batallarse demasiado. Creo que, en un punto, todos mis libros hablan de eso; de cómo tanto individuos como sociedades pueden nacer y morir en ese estado de estancamie­nto, y a veces sin siquiera darse cuenta.

–Venís a la Feria del Libro a hablar en parte sobre la autoficció­n. ¿Por qué narrarse?

–Mi libro más “autoficcio­nal” es uno que acaba de editarse en Colombia, Perú y España y que el año que viene sale en la Argentina. Se llama Primera persona e intenta establecer un mapa emocional. Hablo de la maternidad, la locura, el mar, la educación sexual, las mudanzas... Uno escribe sobre sí mismo para entender qué piensa. Si no lo escribo es probable que nunca entienda o que siquiera me acerque al entendimie­nto.

–Tus relatos ágiles y dialogados, así como la mirada ácida, recuerdan a la narrativa anglosajon­a. ¿Quiénes son tus referentes? ¿Por qué el humor?

–Tengo muchos referentes. En el podio se mantienen Natalia Ginzburg y José Emilio Pacheco y el triunvirat­o de cuentistas de Raymond Carver, John Cheever y Lorrie Moore. En cuanto al humor, no lo pienso como un recurso ni algo que planee para darle efecto al texto; lo que pasa es que me es imposible mirar, leer y tratar de entender el mundo sin ese velo de ironía o cinismo, que me ayuda a tomar distancia pero también a amortiguar el golpe visual que suelen ser los planos del mundo contemporá­neo. Margarita García Robayo Penguin Random House 156 páginas $ 349 El matrimonio de Lucía y Pablo se toma un impasse en plena crisis afectiva. Él se queda en New Haven y ella se atrinchera en Miami, con los hijos y la niñera.

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