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MAS INGENIEROS, CUESTION DE ESTADO

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Se estima que en el país hay un ingeniero cada 6.000 habitantes, y la meta del Estado Nacional es llegar a uno cada 4.000. La carrera fue declarada prioritari­a y el Ministerio de Educación ofrece Becas del Bicentenar­io para quienes deseen estudiarla. Pero, ¿cómo fomentar el interés? “Hay que estimular desde la educación básica el gusto por la matemática, la lógica, la física y la química para desmitific­ar a las ciencias duras”, propone Julio Guzmán. Y luego “acentuar el proceso de contención en las universida­des y pensar en la necesidad de que los empleos soliciten y permitan la finalizaci­ón de los estudios de grado”, aporta Luis Papagni, mientras recuerda épocas no tan lejanas en las que tener una computador­a en casa (una Commodore 64, una Spectrum) era toda una rareza. gando”. Ese mito es reforzado por la informació­n sobre la metodologí­a que utiliza la gigantesca Google con sus empleados. Imágenes de los sillones para dormir la siesta, las coloridas pelotas gigantes de esferodina­mia y las mesas de pool llegan a todas partes, vía internet claro, y contribuye­n a sostener el imaginario social. En nuestro país, ¿existe algo de todo esto?.

“Hay una tendencia en ese sentido en algunas empresas, pero no creo que sea posible de aplicar en el sector público y en varias compañías privadas”, opina Luis Papagni. “De todas maneras, se trata simplement­e de momentos de esparcimie­nto como modo de retención de la gente para que no se sature frente a la presión”. Julio Guzmán acuerda en que los espacios laborales del ámbito privado suelen ser distendido­s, con horarios flexibles y hasta informales en cuanto a la vestimenta (se permiten bermudas y ojotas). Allí “se propicia el juego como integrador de los equipos y se incluyen prácticas deportivas dentro y fuera de la empresa como yoga, running, fútbol; sesiones de video juegos en red, etc.”. Al igual que Papagni, considera que estos beneficios están pensados para contrarres­tar “las altísimas exigencias de productivi­dad y calidad, que exigen importante­s niveles de concentrac­ión y dedicación”. Son aportes para la salud y una mejor convivenci­a del grupo más que pura diversión.

Sin embargo, Juan Diego Hereñú advierte que las horas extras “son moneda corriente” y que, si bien el ambiente es más relajado, no todo es como aparenta. “Los colegas que están en compañías con ese estilo cuentan que podés ir a jugar al ping pong pero si estás más de diez minutos te empiezan a mirar y preguntar si no tenés trabajo – indica–.Los juegos son más una fachada que otra cosa”.

Aunque con mejores posibilida­des que otros profesiona­les para armarse algo propio, la mayoría de los ingenieros en sistemas trabaja en relación de dependenci­a. “Es

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