“Montaña Rusa fue un golpe de suerte”
Cuando empecé a ver las obras de Hugo Midón en el teatro y musicales en el cine, me di cuenta de que había algo en ellas que me hacía sentir muy feliz cuando las veía y copiaba. Fue más intuitivo que otra cosa, era un disfrute en el cuerpo.
Es una obra que todas las actrices queremos hacer. Además, conocía al director y confiaba mucho en él. Y también el hecho de que estuviera Sergio Surraco, con quien ya había trabajado, era una garantía de que iba a tener un buen compañero. No sé. Supongo que es algo que tiene que ver un poco con el carisma o con cierta candidez. Son estereotipos. Muchísimo. Fue un golpe de suerte haber arrancado ahí. Fue un empujón, y me permitió empezar con este oficio.
Antes los odiaba, no los sabía hacer porque es como que te tomen un examen. Pero logré darlos vuelta y ahora los disfruto mucho. Trato de jugar durante cinco minutos, me pongo nerviosa, pero hay una parte mía que me recuerda que lo disfrute. Una vez me olvidé la letra y me hice la que no pasaba nada. Para sortear la situación improvisé un poco y la directora del casting se murió de la risa. Y casi que quedo seleccionada (risas).
Hay que saber ir preparado a que te digan que no. Porque si vas con muchas ilusiones, te dicen que no quedaste, te desmoralizás muy rápido, y es una profesión donde permanentemente te están diciendo que no. Entonces, para ser actor hay que ser muy tenaz, fuerte, y tener algo que los demás no tengan.